Fue un visto y no visto. El tiempo que tardó, rodeado de hasta seis empleados de la seguridad privada del aeropuerto, en atravesar la Terminal 4 de Barajas. Fabio Capello regresó este miércoles a España, más concretamente a la capital, para volver a tomar las riendas del que fue su equipo diez temporadas atrás, el Real Madrid.

En medio de la indiferencia generalizada en las instalaciones aeroportuarias, en las que sólo se congregaron unas pocas decenas de curiosos, el técnico italiano se reencontraba con los medios de comunicación españoles que, en una alocada carrera a través de pasillos y escaleras mecánicas, sólo consiguieron arrancar palabras sueltas a este gran enamorado de Marbella y el jamón de Jabugo. Capello había llegado.

«Contento», «feliz», eran los vocablos que, casi en un movimiento mecánico, producía el cerebro de don Fabio para luego empujarlas hasta la punta de sus labios y emitir un sonido prácticamente imperceptible entre la maraña de cámaras, micrófonos y bolígrafos que le rodeaban. Cuando la alegría por la llegada se tornó en agobio, sacó a relucir la experiencia de años lidiando con estas situaciones. «Mañana», dijo, y remitió a la prensa al acto de presentación oficial (12.00 horas) para, a continuación, salir disparado hacia las oficinas del estadio Santiago Bernabéu.

En el coliseo blanco tuvo ya la primera toma de contacto con el que será su nuevo presidente, Ramón Calderón, y con Pedja Mijatovic, director deportivo de la entidad, que a partir de ahora será su mano derecha a la hora de configurar la primera plantilla del club para la próxima temporada. Igualmente, afrontaron la planificación de la pretemporada que, invariablemente, comenzará con retraso debido a las convulsas circunstancias que envolvieron el final de la campaña electoral a la presidencia blanca.