Sangre fría y galones con doble pespunte. Zidane no falla desde el punto de penalti. Su gol da alas a Francia para llevar la semifinal a un terreno menos abrasivo de lo esperado. La magia del capitán toma forma esta vez lejos del virtuosismo técnico para entrar de lleno en la antología de la táctica. Su cabeza es una pizarra donde impera la lógica futbolística. Otra cosa son los cortocircuitos provocados por su genética. Francia y Zidane están entre los elegidos.