Las veloces y esforzadas palancas negras angoleñas resisten en Alemania. Después de caer por la mínima ante la antigua metrópoli portuguesa, sumaron un punto histórico frente a una decepcionante México que será festejado como un título, al menos honorífico, en un país que en 2002 acabó con treinta años de guerra civil. Pero no sólo eso. Si ganan a Irán en la última jornada, todavía tienen alguna posibilidad de alcanzar los octavos de final.

Después de lo visto en Hanóver, es difícil creer que México lleve disputadas 12 Copas del Mundo y Angola sea debutante. Apenas se manifestó en este inédito duelo la teórica diferencia enorme de experiencia y calidad entre ambas selecciones. Quizás porque venían de ganar a Irán, con más apuros de lo que indica el 3-1 y sólo gracias a la aparición de Bravo, los americanos se lo tomaron de arranque con excesiva cautela. Cuando quisieron reaccionar, carecieron de fuerzas y de pegada. No pudieron ni contra diez, ya que Andre fue expulsado con un cuarto de hora aún por disputarse.

La dependencia mexicana del barcelonista Rafael Márquez es absoluta. Y por muy bueno que sea un central, pocas veces es decisivo en un equipo. El azulgrana tiene que cortar atrás, sacarla jugada, colaborar con el centro del campo y hasta ejecutar algunas faltas. Precisamente, fruto de un golpe franco que repelió el poste, generó la mejor ocasión de su equipo en el primer tiempo. De ahí hasta el final, ninguno de los dos equipos logró marcar. 0 0