Investigadores de la universidad británica de Bath han descubierto que Barbie, la muñeca más vendida del mundo y todo un símbolo de la estética de la sociedad de consumo, es sometida a todo tipo de vejaciones por niños de entre 7 y 11 años.
Los científicos han anotado variados actos de mutilación y tortura realizados por los pequeños a sus muñecas. Entre otras sevicias documentadas por los investigadores, los pequeños las decapitan, las queman, les arrancan mechones de cabello y, en algunos casos, hasta las han llegado a meter en el microondas. «Cuando preguntamos a los niños por su opinión sobre Barbie, la muñeca suscita reacciones de odio, rechazo y violencia», apunta la investigadora inglesa Agnes Nairn. Las niñas no parecen tenerle mucho aprecio. La rechazan por ser «plástica». En opinión de Nairn, «la muñeca simboliza el exceso. Barbie es prescindible, no tiene personalidad».
Precisamente Barbie, puesta a la venta en 1959, fue una de las primeras muñecas sexuadas: largas piernas, pechos, una rubia melena y unos pies diseñados para lucir zapatos de aguja la convertían en única. Con el paso de los años se transformó en el irreal arquetipo de la esbeltez anglosajona. Sus medidas fuera de lo común y su estilizado tipo se han instalado en el inconsciente colectivo de varias generaciones de mujeres. Pero los tiempos cambian. En 2005, las ventas de este producto de Mattel cayeron un 13%. Las gamberras, multiétnicas y sensuales Bratz han venido a sustituirla en el afecto de las pequeñas. Sin embargo, la Barbie continúa siendo, según Mattel, el juguete más vendido del mundo, con 80 millones de unidades al año.
De Barbie se han hecho todas las variaciones posibles: se han diseñado joyas exclusivas, modelos firmados por Óscar de la Renta y Donatella Versace, se le ha vestido de exploradora, tenista, princesa... se le ha buscado casa, coche y hasta un novio, Ken, contagiado también de esa irrealidad gringa. En Egipto y como contestación a Barbie, señala Florence Amalou, ha surgido un remedo árabe: una muñeca de ojos marrones y piel oscura llamada Fulla que usa un hidjab que tapa su cabeza y oculta sus brazos y piernas. Dos millones de muñecas Fulla (que esconde bajo su amplio vestido, como sucede realmente en los países árabes, pantalones vaqueros y camisetas de marca) han sido vendidas desde su lanzamiento. En Arabia, la mutawa o policía religiosa ha calificado a Barbie de «muñeca judía» y «símbolo del perverso Occidente».