No puedo ocultar mi alegría. Me he sentido como Phillipp Scheidemann cuando proclamó la República de Weimar desde un balcón del Reichstag de Berlín un 9 de noviembre de 1918; como los representantes de las trece colonias que firmaron la Declaración de la Independencia de Estados Unidos, como un diputado de CiU sacando una nueva tajada legal del patrimonio de los andaluces. Habemus estatuto. Sí, es cierto. Además de ser una realidad nacional, los jerezanos en el exterior tendrán un texto que reconozca sus derechos. Sí, no dudéis cual Santo Tomás. Tenéis derecho a llorar cuando parta el Sevibús, o el Altaria si sois más afortunados. Tenéis derecho a legar una hipoteca de cincuenta años a vuestros hijos por un piso de cuarenta metros cuadrados en Sanchinarro, Santa Coloma de Gramanet o Capdepera. Tenéis derecho a huir de los cursos falaces de FP que no brindan ningún futuro salvo puntos para oposición, o escapar del ombliguismo de una ciudad que recela de todo lo que venga más allá de El Cuervo. Tenéis derecho a restregar vuestra licenciatura trabajando en un hotel de Brighton como washing up, aprendiendo un inglés que sabéis que no os van a valorar en vuestro deseado enchufe funcionarial.

Y sobre todo, tenéis derecho a disfrutar de vez en cuando, digamos cada cuatro años, de una paella con vuestros políticos, para que os recuerdan quién ha hecho más por Jerez. En suma, este es vuestro estatuto, queridos exiliados. Brindemos por ello y recordad lo que tenéis que hacer en las próximas elecciones.