El partido parlamentario laborista estaba ayer pendiente de la celebración, este fin de semana, de un encuentro entre Tony Blair y su ministro de Hacienda, Gordon Brown, que resuelva finalmente el calendario de una transición interna, tras los malos resultados electorales de esta semana y la remodelación del Gabinete. El misterio sobre la celebración de una reunión da una medida de la extraña relación personal que mantienen dos políticos que compartieron despacho e ideas desde sus inicios y que viven desde hace casi diez años en apartamentos prestados el uno al otro sobre sus oficinas en los números 10 y 11 de Downing Street.