Aquella noche, miles de soñadores rozaron el cielo con la yema de sus dedos. 18 de junio de 2005. Llevaba premio, y todavía sigue sonando a música. A una marsellesa con aires gaditanos de libertad, a un megáfono incordiante como vigía, a una camiseta enorme para poder soportar un sentimiento tan grande. El sueño dorado, los delirios de Primera que arreciaron en Chapín, pueden desvanecerse esta misma tarde y también ante esa marea amarilla que de tanto subir ha impregnado de sal a toda la península.