La ansiada formación de un nuevo Gobierno en Irak liderado por el primer ministro Jawad al Maliki --con diferencia la mejor noticia desde las elecciones del pasado 15 diciembre para lograr una ansiada reducción de las fuerzas de ocupación de Estados Unidos- fue respaldada ayer por la Administración Bush con un simbólico y destacado despliegue: la visita sorpresa a Bagdad de Condoleezza Rice y Donald Rumsfeld, en viajes separados pero con mensajes bastante coordinados a pesar de las diferencias acumuladas por el Departamento de Estado y el Departamento de Defensa con respecto a la cuestión de Irak.
Condoleezza Rice destacó la necesidad de no perder tiempo para aprovechar el cambio decisivo que supone «la formación del primer Gobierno permanente de Irak, un Ejecutivo de unidad nacional que ofrece al país una oportunidad real para encarar los realmente graves problemas a los que se enfrenta».
Borrón y cuenta nueva
Para el Departamento de Estado, la clave estaría en aprovechar esta oportunidad de borrón y cuenta nueva para lograr mejoras tangibles a corto plazo en la vida diaria de los iraquíes.
Donald Rumsfeld, por su parte, también ha actuado como animador en jefe de la transición iraquí insistiendo en el «admirable progreso» realizado por un país con mínima experiencia democrática. Según el cuestionado secretario de Defensa, resultan especialmente meritorios los esfuerzos para formar un Gabinete «de personas competentes, que entiendan la importancia de dirigir ministerios no de forma sectaria sino en beneficio de todo el país». Para la Administración Bush, una fuente especial de preocupaciones ha sido la activación e infiltración de milicias chiíes entre las fuerzas militares y policiales de Irak.
La visita conjunta de ayer a Bagdad resulta especialmente significativa porque el Departamento de Estado y el Departamento de Defensa se han venido enfrentando por la cuestión de Irak desde el inicio de la planificación de la guerra en el año 2002. Pese a las objeciones iniciales de Colin Powell, Rumsfeld se hizo cargo de las tareas de reconstrucción y autorizó polémicas órdenes como la disolución de las Fuerzas Armadas de Irak o la reconversión de la maquinaria política organizada por Sadam Hussein. Recientemente, también se han registrado disputas por el ralentizado establecimiento de descentralizados equipos de reconstrucción en las 18 provincias de Irak.
Estas tensiones en el seno de la Administración Bush habrían culminado el mes pasado cuando Condoleezza Rice admitió que Estados Unidos había cometido «miles de errores tácticos en Irak», a lo que Rumsfeld contestó no tener ni idea de lo que estaba hablando la secretaria de Estado. Dentro de este complicado predicamento, el Senado de Estados Unidos decidió ayer por 59 votos contra 39 cuestionar la factura de gastos militares asociados con Irak, desviando 1.500 millones de euros a prioridades domésticas.