No me atrevería a decirle a nadie dónde debe comer y beber en la feria de Jerez pero sí a dar varias claves para que quien quiera entienda. Además de las calles principales (Paseo de Las Palmeras, La Paquera de Jerez, Lola Flores ) en las que se encuentran las casetas de mayor fama, ganada a pulso de calidad y años de experiencia sirviendo mesas, hay otras muchas ubicadas en las callecitas secundarias que conforman el centro del real en las que se come muy bien.
Jamón, gambas, langostinos de Sanlúcar, pescaíto frito, y el mejor vino del mundo, el Fino de Jerez, no pueden faltar en una comida de feria. Pero, ojo, huye del plástico. El primer rasero que debe pasar una caseta para comer en ella es que sirvan en platos de loza y los caldos en catavinos muy, muy fríos. Especialmente en esta feria tan tardía, en la que el calor va a dar la nota.
Es fácil dejarse caer por las que pertenecen a restaurantes de conocido prestigio en la provincia como Casa Juan Carlos o en cualquier otras similar. Las cocinas de las casetas de las Hermandades suelen ser auténticos altares de la comida tradicional jerezana, con sus berzas, callos, salmorejos; todo muy recomendable si la noche anterior fue larga o la que viene promete serlo. Los precios, en general, no son nada caros, muy similares a las de cualquier bar durante el resto del año.