La resistencia al cambio y a la plena subordinación a la autoridad civil del Ejército de Colombia

Jairo Libreros, especialista en temas de seguridad nacional y catedrático, habla para ABC sobre lo que realmente subyace en el escándalo de las escuchas de Colombia

Poly Martínez

Jairo Libreros , especialista en temas de seguridad nacional y catedrático, habla para ABC sobre lo que realmente subyace en el escándalo de las escuchas de Colombia , que en realidad evidencian la realidad de un Ejército que no ha evolucionado con el país y se debate entre una visión moderna de seguridad nacional y la cuestionada doctrina de seguridad que hace décadas dejaron atrás los países latinoamericanos pero que muchos en Colombia pretenden mantener para sostener privilegios y una mirada muy limitada de los colombianos de hoy.

Visto con perspectiva, los militares de rango alto que han sido cuestionados por escuchas ilegales y crímenes como los «falsos positivos», corresponden a una misma generación que pareciera rechazar el proceso de paz con las Farc y la modernización de las fuerzas armadas. ¿Hay una generación reacia al cambio?

No podemos olvidar que las generaciones en un estamento castrense tienen una duración de 30 años. Estos fenómenos muestran que los que no estuvieron dispuestos a apoyar la paz con las FARC fueron formados bajo la doctrina de seguridad nacional, que no se acabó con la Constitución de 1991, mientras casi todos los países de Latinoamérica la dejaron entre las décadas de los 80 y 90. A Colombia le cuesta más tiempo, a pesar de no tener dictaduras en esos años.

Cambiar el chip en el mundo de la seguridad es lo más difícil, implica reacomodar roles y comportamientos. Hasta hace muy pocos años los recién graduados de la Escuela de Cadetes no salían pensando, como otros jóvenes de escuelas militares del mundo, en asuntos propios de la seguridad del país, sino en ser troperos y batallar en las zonas más complicadas de Colombia. Esas dos miradas marcan una diferencia.

Que altos mandos le apostaran a la paz generó una fractura: muchos de sus pares o de los que venían atrás los miran hoy como traidores, aunque muchos otros los ven como héroes. El uribismo –se refiere a la línea política que sigue al expresidente Álvaro Uribe Vélez, fundador del partido de gobierno Centro Democrático- de una manera hábil, pero criminal, profundizó la herida y empezó a decantarla llevando a los generales no alineados con la paz al primer plano del poder bajo el presupuesto de que la guerra volvería con las disidencias, el narcotráfico con control territorial y la guerrilla del ELN.

Así, mantienen la doctrina del enemigo interno, pues sin ella saben que pierden privilegios, primas de orden público, dinero, capacidad para influir. Y algún sector de los militares colombianos ven con preocupación que, con una política de seguridad nacional moderna, los manden para los cuarteles y reduzcan los recursos fiscales para modernizar la tropa y el armamento.

¿Estos altos mandos del Ejército son ruedas sueltas o tienen unos lineamientos y acciones bastante más coordinadas de lo pensado?

La capacidad política de la Presidencia de poner o retirar los mandos militares es clave. Hay sectores políticos del Centro Democrático, de la famosa ala radical, que prefieren las posiciones guerreristas que representan sus ideales y que les permiten responder a unas bases que les son leales contra viento y marea. La variable de la doctrina militar es política y los cambios se hacen por elección del presidente, como los hizo en su momento el expresidente Santos y puso a militares que le caminaran a la paz. Así que alguien políticamente cercano a la Presidencia tiene ese manejo de la doctrina.

Seguramente hay rudas sueltas, pero una cosa es serlo y otra que la persona termine negociando su lealtad a la democracia y a la sociedad civil. Quien dio la orden de las escuchas tiene ascendencia política y sobre el estamento militar. Hay sectores externos que manejan la fuerza pública, eso no hay que dudarlo. Hay actores de derecha fuertes con capacidad de influir, con respaldo político real, con capacidad de graduar a periodistas, abogados y políticos de enemigos de la democracia.

Este no es el primer escándalo del Ejército. ¿En esta oportunidad la Fiscalía le hará el quite, nuevamente, a investigaciones profundas y acciones contra los responsables?

Todas las investigaciones se quedan en la Fiscalía, no hay un apoyo decidido por parte del Ministerio de Defensa. Hay frases que son lavadas de manos, como decir que la Fiscalía debe investigar cuando los insumos probatorios están en los archivos de la inteligencia militar. No le colaboran a la Fiscalía y si separan del servicio a las personas, no va a suceder nada. La solidaridad de cuerpo es difícil de vencer por la justicia. Por eso el tema es político, no militar.

Hoy hay militares que representan la vieja guardia, y queda la pregunta por cómo están siendo formadas y entrenadas las nuevas generaciones de militares.

Hay que cambiar las misiones, pensar en un ejército que esté garantizando la integralidad del territorio en vez de enfrentar grupos de narcos o terroristas; un ejército dedicado a su misión real, que es la de proteger las fronteras del país.

Deberíamos estar en una etapa de transición militar, donde los rangos de Mayor en adelante, hacia arriba, conforman esa vieja generación. Los mayores de hoy son personas con una formación mucho más sólida, con visiones diferentes, conscientes por su formación e intercambio con otros ejércitos del mundo, en parte debido a la modernización que trajo el Plan Colombia a principios del siglo y por eso tienen otra mirada. Los generales eran los Mayores y Capitanes de entonces, del año 2002, formados en doctrina de seguridad nacional.

¿Al Ejército le importa este cuestionamiento y que no pueda decir más la frase manida de que se trata de unas pocas manzanas podridas y esto demande una revisión profunda por parte de la sociedad y los actores políticos nacionales?

Sí le importa mucho porque se saben objeto de escrutinio público, son conscientes del desprestigio que corren, cosa que afecta su carrera, su estabilidad personal y familiar. La decisión es tan patente que hoy circulan videos retardatarios, donde descalifican a muchas personas y mantienen la fractura.

Este no es el primer escándalo y seguramente vendrán más, varios por temas de corrupción, como también han sonado en estos días, Podríamos decir que en los últimos 15 años se repiten de manera consistente y nada pasa.

Aproximadamente cada año hay un escándalo, lo que demuestra la resistencia al cambio y, lo que es más significativo, que no se acepta en toda su extensión la subordinación militar a la autoridad civil.

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