Francisco de Andrés

Turquía se aleja de Occidente

La eventual conversión de la basílica de Santa Sofía en mezquita será otra paletada al Estado secular

La cúpula de Santa Sofía con añadidos islámicos AFP

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Dentro de dos semanas un tribunal administrativo turco decidirá si la basílica de Santa Sofía en Estambul –hoy museo y patrimonio de la humanidad de la Unesco– vuelve a convertirse en mezquita, tal y como desea el presidente Erdogan. El episodio, que probablemente se resolverá en contra del sentir de la comunidad política internacional y de la cristiana, tiene –para el régimen instalado en Turquía desde el 2002– un fuerte simbolismo. No solo hace rememorar en el imaginario colectivo del musulmán otomano la caída de Constantinopla en el siglo XV, y la conversión en mezquita de la basílica-catedral de Bizancio, sino que también es una paletada al Estado secular fundado por Ataturk en los años 30 del siglo pasado.

Tayyip Erdogan, el «nuevo sultán» según The Economist, al que sus seguidores más fanáticos se limitan a denominar «reis». jefe, es coherente con sus principios islamistas, aunque llegó a la jefatura del gobierno vestido con ropajes de moderado. Al término de su accidentado paso por la alcaldía de Estambul pasó diez meses en la cárcel por la lectura de un poema en el que se llama abiertamente a la yihad, la guerra santa. Con su nuevo partido –Justicia y Desarrollo– arrasó en 2002, y desde entonces nadie parece capaz de apearle del poder. La línea de Erdogan ha sido calificada de «nacionalismo neo-otomano», nostálgico del viejo imperio que pretende volver a forjar con sus intervenciones militares en los dos conflictos regionales más graves: el de Siria y el de Libia. Su relación con Europa es ambigua, pero los hechos –en particular el chantaje que ejerce con los refugiados sirios en campamentos turcos que sueñan con desplazarse a la UE– reflejan el desprecio de Erdogan y su camarilla islamista hacia el viejo rival de Occidente.

En la relación con E.UU. las apariencias engañan. La presunta empatía de Erdogan con Trump no va más allá del gusto por los gestos destemplados, pero ideológicamente son polos opuestos. Turquía es el eje oriental cada vez más inseguro de un vínculo atlántico en crisis.

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