Las elecciones de Irlanda provoca más quebraderos de cabeza para la UE en la negociación del Brexit

La pujanza del Sinn Fein aviva los anhelos de unificación de la isla de Irlanda

La líder del Sinn Fein en Irlanda, Mary Lou McDonalds AFP

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Uno de los puntos que más dolores de cabeza produjo a los negociadores europeos en el Tratado de salida del Reino Unido fue precisamente la cuestión de la frontera irlandesa. El resultado de las elecciones del sábado puede hacer que las negociaciones sobre la relación futura se enrarezcan aún más y pongan a Londres a la defensiva.

Normalmente, la Comisión Europea envía un mensaje de felicitación a todos los nuevos gabinetes que se forman en los países miembros, así que no es de esperar una reacción por parte de las instituciones hasta que no se haya concluido el recuento y hasta que no se haya definido una coalición formal. Para entonces es muy probable que los negociadores británicos estén muy atentos a cada una de las palabras de ese mensaje del ejecutivo comunitario, porque la posición de Irlanda en el Consejo Europeo puede tener una influencia decisiva en las conversaciones sobre la definición del marco futuro de relaciones.

Lo que hace tan decisivo este resultado es la posibilidad de que movilice los sentimientos a favor de la unificación de la isla en Irlanda del Norte, cuyo panorama jurídico es muy diferente al de Escocia, aunque comparte con esta otra región que en ambas el voto a favor de permanecer en la UE fue claramente mayoritario. Si en determinado momento la provincia británica de Irlanda del Norte llegase a unificarse con la República de Irlanda, ello significaría su vuelta automática a la UE al haber sido anexionada por un país miembro, como sucedió en su día con la antigua Alemania del Este y la República federal de Alemania. Si Escocia llegase a separarse del Reino Unido, debería pedir su ingreso como país tercero y pasar por todos los trámites, incluida la anuencia de todos y cada uno de los países miembros.

Relaciones futuras

Es posible que en estos momentos este no sea el resultado que más conforte a Bruselas, porque el principal objetivo es llegar a un acuerdo sobre las relaciones futuras en los próximos nueve o diez meses como máximo y ante un calendario tan estrecho lo único que no desea ahora Michel Barnier son elementos que puedan interferir el proceso. Puesto que Boris Johnson ha decidido que no pedirá ninguna extensión de este periodo transitorio en el que se encuentra su país, en caso de que no se hubiese llegado a un acuerdo antes del 31 de diciembre la UE y el Reino Unido tendrían que convivir con las relglas de la Organización Mundial de Comercio. Probablemente sería Irlanda el país que más sufriría las consecuencias de esa situación de no acuerdo, lo que a su vez acabaría teniendo sin duda repercusiones políticas en el Parlamento de Dublín.

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