En breve:
Su sonrisa le delata: es de esos pilotos que disfrutan cada kilómetro en la Fórmula 1. Pese a que hay en España quien le recuerda como el hombre que desbancó a Jaime Alguersuari, este australiano ascendió a Toro Rosso con la aureola de joya de la cantera Red Bull.
Después de una solvente media temporada en Hispania Racing, el doctor Helmut Marko le dio el volante de Toro Rosso para demostrar lo que en su pasado había insinuado: es uno de los pilotos con más futuro de la extensa estructura de Red Bull. Como tantos, la marca de las bebidas energéticas le apadrinó una carrera que avanzó con mucha rapidez. En 2008 consiguió su primer título como piloto al adjudicarse la Fórmula Renault 2.0 West European Cup. En 2009 dio el salto a la Fórmula 3 británica formando parte del Carlin Motorsport, y adjudicándose el campeonato con una soberbia diferencia de 87 puntos con respecto al segundo clasificado. Para entonces, la Fórmula 1 ya había oído hablar de él.
Su paso por la Fórmula Renault 3.5 Series con la escudería Tech 1 tuvo su mejor momento en el campeonato de 2010: se quedó a dos puntos de ganar el título, por detrás del piloto ruso Mikhail Aleshin, también de la escuela Red Bull. En 2011, tras participar en las pruebas para jóvenes pilotos de Red Bull Racing, celebradas en Abu Dhabi, dio el salto a la F1 como reserva de Toro Rosso, hasta que a mitad de campaña le subieron al Hispania.
En su campaña 2012 no brilló demasiado. Si bien ese Toro Rosso no estaba a la altura de los de 2011, Ricciardo demostró ser uno de los corredores más fiables en el asfalto. Su pelea con Jean-Eric Vergne, su compañero, fue una de las más igualadas del campeonato, si bien el australiano decepcionó quedando por detrás del francés. En este 2013, los dos volverán a competir por el mismo objetivo: dar motivos a los jefes de Red Bull para ascenderles al equipo campeón del mundo.