Coronavirus

Nora Rodríguez: «Es un error decir a los niños que estamos en guerra con el virus»

Por Nora Rodríguez, fundadora de Happy Schools Institute (Neurociencias y educación para la Paz)

S. F.

Los niños son verdaderos maestros a la hora de enseñarnos que la vida es fuerte y frágil. Así como a principios del confinamiento no les fue fácil aceptar que no podían salir a la calle, ni para ir al colegio, hoy algunos empiezan a mostrarse un poco inseguro de atravesar la zona del refugio seguro. ¿La razón? Muchos imaginan que el virus está ahí, esperando, y temen que les pase algo a las personas que más quieren… De hecho, nunca un virus había sido protagonista de tantas creaciones y dibujos, y narraciones de juegos en solitario. Tal vez no se ha tenido muy en cuenta que los niños detectan el ambiente emocional de la familia , y cuanto más pequeños, más sensibles al estado interior de las personas con las que conviven. Ellos son capaces de captar estados emocionales por los tonos de voz, por la postura corporal, los gestos, los silencios a destiempo, a las miradas… A medida que crecen, también son sensibles al entorno, a lo que oyen de los vecinos, a lo que ocurre en el barrio, así como la información que les llega desde el exterior. De modo que mientras los adultos nos afanamos en seguir aprendiendo cómo afrontar la permanente información que parece cambiar cada día para aprender a comportarnos frente al coronavirus, ellos se también se informan sobre nosotros. ¿No es hora entonces de preguntarnos qué mundo en plena pandemia les estamos transmitiendo a los niños?

Informar con una visión científica adaptada

Si bien desde todos los medios se ha insistido una y mil veces en que los niños debían saber qué está pasando, y recibir una información concisa acorde a su comprensión y a su edad, hoy hemos de dar un paso más. Es imprescindible que puedan desarrollar ideas que les permitan una mayor comprensión de la naturaleza para que puedan aplicar los aprendizajes de estos últimos meses en situaciones similares, pero también para descomprimir el temor que captan desde los diferentes contextos. Y porque lo cierto es que no sabemos con exactitud si necesitaremos confinamiento por períodos, motivo más que suficiente para que los mensajes que les trasladamos no sean los que recibimos diariamente los adultos pasados por el filtro de la edad del niño. Hemos de darles las explicaciones que les permitan conectar con la belleza de la vida, con la capacidad de los seres humanos para crecer libres y fuertes, y que puedan interiorizar que esto pasará.

Explícale que esta es una «situación inesperada», no una guerra

La mente de los niños en tiempos de pandemia ha de ser tratada como un lugar sagrado, casi diría al que entramos descalzos y de puntillas. Hemos de ser ante todo una voz tranquilizadora. La doctora en microbiología Nadia Szeinbaum, consejera científica de Happy Schools Institute , hace hincapié en que no es conveniente que los niños piensen en los virus o en las bacterias como un ejército que nos ataca. «La naturaleza no tiene una intencionalidad» , nos dice. «No tiene el deseo de ser agradable, o agresiva. La naturaleza simplemente existe. Y en especial los virus, que son la entidad con información genética mas pequeña que existe, y con cero poder de decisión». Para la investigadora, «hablarles de guerra los coloca en un lugar complicado cuando les pedimos que sigan ciertas normas » .

Insiste en que los virus no saben lo que hacen, nosotros sí.

Cuando a los niños se les demuestra que nosotros también somos parte de la naturaleza, como tal tenemos una tendencia natural a preservar nuestra vida, les estamos dando el lugar que necesitan en estos momentos. «Como humanos», insiste la doctora en microbiología, «tenemos además el poder de decidir considerando una variedad enorme de factores. Esto es: si honramos la vida, y la comunidad humana, podemos actuar en consecuencia . Y aún sin estar “en guerra” con los virus, podemos actuar con inteligencia, con el propósito de preservar la vida personal y comunal. Esto nos permite a todos los que somos padres no sólo observar desde otro lugar, sino colocar a los niños en situación de mayor fortaleza frente al poder de lo invisible».

Fortalece la idea de que todos los niños son y serán cuidados

Para un niño saber que la familia lo cuida es importante porque ellos dependen de los adultos para su supervivencia . Es algo que, aunque lo sepan, en estos momentos necesitan escucharlo muchas veces con claridad. También que sus padres saben cuidarse, pero es necesario mostrarles que más allá de la familia hay muchas personas que cuidan de los menores y de sus familias. Los médicos, las enfermeras, los farmacéuticos, la policía, los bomberos...

Juega a cazadores de virus

Explícale que, aunque no los vean, los virus pueden ser cazados si nos lavamos bien las manos, o dejamos apartados los zapatos cuando volvamos de la calle, nos ponemos mascarillas para cuidarnos unos a otros, y evitamos usar la ropa de la calle en casa. Antes de iniciar el desconfinamiento es positivo prepararlos para dar un sentido a las rutinas y que comprendan que ellos son excelentes cazadores que puedan retrasar la propagación.

Muéstrale que también muchos animales se cuidan unos a otros.

Algunos niños plantean que es difícil estar lejos de sus amigos, sin embargo, cuéntale que en todas las especies los modos de cuidarnos son diferentes. En algunas especies de cangrejos, cuando uno queda partas arriba, otros se acercan a darlo vuelta para que siga caminando, y lo cierto es que no andan por las rocas en grupo sino individualmente. Entre los elefantes, cuando uno pequeño está herido, varios adultos lo cuidan.

Hay ciento de videos que puedes mostrarle. Entre los seres humanos, a veces estar alejados para evitar que los virus vayan de una persona a otra es el mejor modo de cuidado, y esta es la segunda vez que lo hemos hecho, la primera fue hace muchos años, cuando la gente se quedó en sus casas, hasta que el virus pasó. También puedes darle el mensaje de que la humanidad se ha unido y ha dado resultado, por eso hay gente que canta para otros desde su balcón o ponen música y bailan, siendo creativos y divertidos para hacer felices a otros hasta que todo pase.

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