Vuelta al cole 2020

Nora Rodríguez: «Volver a las aulas no debería ser un experimento»

Por Nora Rodríguez, fundadora de Happy Schools Institutes, autora de Educar para la Paz, y creadora del programa D-LAZOS

S. F.

Sí, los niños aprenden mejor cuando están cerca de quienes le educan, cara a cara, porque los aprendizajes se refuerzan a través de la mirada, los gestos, la palabra, la empatía, las emociones y el contagio del entusiasmo. Mediante el juego, o simplemente por estar juntos, mucho más que frente a una pantalla. Diversas investigaciones confirman el hecho de que tenemos un cerebro y un sistema nervioso diseñado para aprender mejor de otro ser humano, más que con cualquier otro método.

También es fundamental para los niños aprender con y de sus iguales . Un estudio de la Universidad de Concordia, llevado a cabo por William Bukowski, director del Centro de Investigación sobre el Desarrollo Humano, reveló que cuando los niños tienen amigos superan mejor las experiencias negativas en su vida, especialmente si el amigo está presente durante un evento desagradable, y sin duda la pandemia está siendo cosa de todos, también de ellos.

Otro punto a favor para regresar a las aulas es que el grupo de iguales ayuda a superar el impacto negativo que una experiencia dolorosa pudiera tener sobre el cuerpo, la mente o las emociones , por lo que, al compartir lo que sienten con otras personas de su edad, ponen en marcha habilidades que hemos desarrollado evolutivamente para superar aquellas condiciones que le fueron adversas, y transformarlas en una ventaja o un estímulo para su desarrollo. El grupo de compañeros fieles, aumenta en los niños la capacidad para sobreponerse y poner en marcha las fortalezas internas.

El investigador Elliot Friedman ha demostrado que la «(…) disponibilidad de apoyo social en todas sus formas -un apoyo instrumental, apoyo emocional, apoyo con la forma en que piensas sobre las cosas- son importantes y nos ayudan a enfrentar el desafío». En suma: si los colegios empiezan a ser un poco más conscientes de que las conexiones sociales positivas son imprescindibles , harán que niños y adolescentes sean más resistentes. Y si los docentes son los únicos que pueden lograr la transformación que necesitamos, hemos de cuidarlos aún mucho más. Porque como afirma el historiador Y.N. Harari, pueden prevenir que «si esta generación carece de una visión integral del cosmos, el futuro de la vida se decidirá al azar». ¿Cuál es entonces el problema?

Nadie dice: «esto es un ensayo, y hay que considerarlo como tal» . Veamos: estamos en pandemia global, está claro. ¿Es positivo que niños y adolescentes vuelvan a clase ? También. ¿Para padres y profesores la vuelta al colegio es obligatoria, pero se percibe carente de garantías de contagio ? No cabe duda. Entonces el problema es que se trata de que todos saben qué pasa pero, como en el cuento «Los trajes del Emperador» , nadie dice «está desnudo». Saben que han habido seis meses para diseñar un plan y una organización que permitiera a los adultos sentirse tranquilos y no dejar toda la responsabilidad en profesores y padres que, hay altas probabilidades de que sean contagiados. Los docentes, por las horas de encierro con niños en aulas no siempre ventiladas. Los padres , porque los niños irán de burbuja escolar a burbuja familiar.

Pero estamos a tiempo . Un modelo simple podría ser considerando como última posibilidad un formato 100% on line educando en sintonía con el cerebro. «Plan A» , vuelta a clases con no más de 10 alumnos, sólo tres horas intensivas, estudiar en casa, con indicaciones claras para los padres sobre qué han de aprender los niños y cómo, con tiempos estipulados. Si falla el A, el «Plan B» , formación solo on line con profesores variados, en intervalos acorde al tiempo de atención según la edad del alumno, más trabajo en casa. «Plan C» , por si fallan A y B, agregar diseño de aprendizaje grupal on line para activar el cerebro social. «Plan D» , tutorías personalizadas de refuerzo escolar por comunidades de aprendizaje dos veces a la semana y estrategias de liderazgo digital del docente.

Decisiones educativas más sostenibles

Reescribir las reglas del juego en educación no es sólo si el aprendizaje debe ser presencial o digital . Es tiempo de pensar en términos de cuidado mutuo, de bajar el nivel de estrés y de temor en todas las redes que confluyen cuando hablamos de educación. También preveer lo que ya conocemos, como tener mucho cuidado a la hora de apartar a un niño por Covid-19, para que no sea estigmatizado por el grupo o las familias (ni él ni sus familias), y acabe convirtiéndose en víctima de ciberbulying si se trata de un adolescente. Probablemente la urgencia y una deficiente previsión haya ido acompañada de una mirada en una única dirección. Perdiendo de vista que las decisiones educativas que hoy tomemos tendrán un impacto durante años en todos los ámbitos.

No sólo en la forma en que los alumnos recordarán mejor o peor los nuevos aprendizajes, sino en el desarrollo de la autorregulación emocional en la primera infancia, en la sensación de pertenencia y la adaptación a normas también entre adolescentes, en la gestión del miedo… ¿Qué hará por ejemplo el profesor o profesora de música, que va de grupo por grupo si se contagia? ¿Sólo se trata de quién le sustituye? Imagine el lector, que sólo por esto el colegio no tiene en poco tiempo otra opción que cerrar. ¿Quién cuidará a los niños? ¿Los abuelos nuevamente? (… Y otra vez vuelta a empezar.) A lo mejor, mientras nadie pueda prevenir resultados, en lugar de exponer a quienes imparten clases de música, se pueda poner en todo el colegio música barroca, como Cello Suite Nº1 in G, de Johann Sebastian Bach; o «Preludios para piano» de Claude Debussym que, de paso, ayuda a reconectar el cerebro.

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