«Si le tienes que comprar suplementos de Omega 3 a tu hijo es que no le estás dando bien de comer»
Entrevista con J. M. Mulet, autor del libro «¿Qué es la vida saludable?» (Editorial Destino)
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Las informaciones sobre cosas que debemos hacer o no respecto a nuestra salud, o productos que debemos comprar o evitar nos llegan a diario por redes sociales, por WhatsApp... Pero cuando las afirmaciones atañen a los hijos, las dudas se incrementan. El siempre controvertido químico y escritor José Miguel Mulet es padre y como tal, asegura haber sufrido en sus propias carnes los numerosos mitos que rodean a la crianza. «Me han preguntado mucho por estos asuntos, claro. Por eso decidí dedicarle varios capítulos de mi último libro, "¿Qué es la vida saludable?" . La educación forma parte de la higiene mental y de la salud». Hablamos con él de algunas de las citas de su flamante obra.
De todos los asuntos que trata en su última publicación, hay uno que cada vez concentra más incertidumbres en los padres, y este es el de la educación de los hijos.
De hace un tiempo a esta parte hay muchos padres atacados. ¿Qué nos está pasando? Les estamos metiendo una presión enorme a los niños. Con respecto a esto de la educación, todo el mundo se piensa que tiene un hijo superdotado, y se ve en la obligación de explorar todas sus potencialidades. Y, en el interés legítimo de cualquier padre de darle la mejor educación... surgen muchas estafas.
Los padres caen en todas.
Caemos en todas porque nos hacen el chantaje emocional con lo que más queremos . ¿Cómo vas a negarle a tu hijo el acceso al conocimiento, a la mejor educación? ¿Cómo no vas a intentar que aprenda con el mejor sistema, ese del que todo el mundo habla y que ha triunfado en Japón, o en Finlandia? Bajo este paraguas te intentan vender cualquier cosa y la mayoría de las veces sin ninguna base científica.
Usted recuerda un ejemplo genial. El que dice que escuchar a Mozart hace que los niños sean más inteligentes.
Falso, muy falso. Hace unos años, la revista Nature publicó un estudio de 1993 que decía que poner música de Mozart a niños desde muy temprana edad ayudaba a desarrollar habilidades intelectuales. Poco tiempo después se lanzaron una colección de vídeos llamados Baby Mozart, Baby Einstein, etcétera... que eran una serie de imágenes orientadas a los bebés.
Los videos, grabados con una cámara casera, tuvieron un éxito mundial y al final Disney compró los derechos. Se publicitaban diciendo que hacían a los niños más inteligentes. Los tribunales de competencia de Estados Unidos consideraron que en todo caso era una publicidad engañosa, puesto que nadie había demostrado que esos videos desarrollaran las capacidades intelectuales de ningún niño e, incluso, tuvieron que devolver el dinero de los videos.
Obviamente, todos queremos lo mejor para nuestros hijos e, indirectamente, que sean los mejores. Pero de cara a la inteligencia, hay poquísimas cosas de las que se haya demostrado que mejoren la actividad cerebral o la capacidad de realizar tareas con el cerebro.
¿Qué me dice de todas las indicaciones que llevan numerosos alimentos, enriquecidos con hierro, calcio, y fósforo... en los alimentos infantiles?
Vuelvo a insistir: los padres somos unos consumidores muy vulnerables. Para empezar, alimentos que nos hagan más inteligentes, no hay ninguno. El déficit de algunas vitaminas o minerales puede provocar problemas neurológicos graves, pero el exceso de cualquiera de esos nutrientes no te hace más listo. Y si le tienes que comprar suplementos de Omega 3 a tu hijo es que no le estás dando bien de comer . Si quieres a tus hijos, no te gastes dinero en alimentos enriquecidos, vitaminas o videos para ser más inteligentes: pasa más tiempo con ellos .
¿Qué pasa, según usted, cuando los niños ven la televisión?
En general, cualquier forma que implique a un niño delante de una pantalla por debajo de 2 años no tiene demasiada eficacia. Es como si a ti te ponen a ver una película en japonés y codificada. Un niño por debajo de los 24 meses es incapaz de descifrar su contenido, no es capaz de reconocer ni un sonido ni una imagen.
A partir de esa edad... ¿pantallas sí, o tampoco?
A partir de los 2 años la interacción con pantallas, ya sean tabletas, o programas informáticos no son demasiado eficientes respecto al desarrollo intelectual. El niño se puede quedar embobado, pero no está incidiendo en su desarrollo, y ese tiempo lo está perdiendo . El rato que tú lo tienes delante de una pantalla podía estar haciendo un aprendizaje algo más activo, interactuando con otros niños, jugando con juguetes de bloques de colores...
Sí puede haber programas educativos con los que se aprenda algo, pero cuando el niño ya ha madurado y se ha desarrollado. Pero dejar toda la educación y tiempo del ocio a una pantalla no es la mejor idea. Tener una televisión en la habitación de los niños tampoco es buena idea, como no lo es comer delante de la televisión o con un móvil en la mano, porque incide en la obesidad.
¿Y en cuanto a la adicción a internet, tan denunciada últimamente?
Desde el punto de vista psicológico, las adiciones son a sustancias, y solamente hay una comportamental, que es la del juego. La adicción a internet no está considerada como una enfermedad. Otra cosa es que haya comportamientos relacionados con el consumo de internet que puedan ser adictivos. Por ejemplo: una persona que utilice internet, y cuelga solo fotos suyas en instagram... eso es narcisimo .
Una adicción es cuando ya no puedes desarrollar un comportamiento normal. Es decir, que cuelgues esas mismas fotos tuyas en Instagram, no consigas 1000 likes, y que entonces no vayas a trabajar. Eso es lo que separa una manía de un hobby. Los psicólogos dicen que algo se convierte en un comportamiento patológico cuando te afecta en distintas cosas de la vida.
¿Es verdad que hay más piojos que antes?
Sí que hay más. Porque se están generando resistencias, y los tratamientos se dan como se dan, muy mal y sin control. Si se dieran bien no habría tantas resistencias pero si se ponen, y al día siguiente no le pica, pues pasamos, aunque en el prospecto diga que hay que repetir el tratamiento cada semana durante un mes. El otro problema es que, aunque le hagamos el tratamiento bien y siguiendo las instrucciones, luego irá al colegio, donde se juntará con otros niños que lo habrán hecho mal y se volverá a infectar de piojos, que además serán resistentes al insecticida, con lo que curso tras curso va a seguir teniendo piojos. Y este es un problema que está yendo a peor.
La «suerte» que estamos teniendo (y lo de suerte lo remarco) es que las enfermedades que pueden transmitir los piojos están prácticamente erradicadas, y los problemas son solo los derivados de tener piojos, es decir, que pican. Mi consejo es que si tu hijo tiene piojos, tengas claro que no eres ni un mal padre, ni una mala madre, y que cumplas al pie de la letra los tratamientos. Ah, y con el pelo cortito, tu hijo también está muy guapo.
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