Los talleres retrasan su vuelta en la fase 0 de la desescalada

Los pocos abiertos son aquellos que han continuado a medio gas durante el estado de alarma

Jonathan repara una furgoneta de reparto, en un taller del barrio de Simancas JOSÉ RAMÓN LADRA

Cris de Quiroga

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Hace tiempo que desapareció el trajín de los talleres mecánicos agolpados en varias calles del barrio de Simancas. Sus puertas permanecían este martes cerradas, en día laborable y una de las primeras jornadas de la fase 0 de la desescalada . La calma en esta zona plagada de naves, al noreste de la capital (distrito de San Blas-Canillejas), anticipa que la actividad de estos negocios tardará en volver. Los pocos que funcionaban ayer son aquellos que no han tenido más remedio que continuar durante el estado de alarma, aunque a medio gas.

Jonathan se oculta tras la puerta, antaño siempre abierta, de uno de los talleres mecánicos de la calle Tracia. Repara el alternador de una furgoneta de reparto, donde se apilan varios paquetes de Amazon. « Solo hemos recibido vehículos de este tipo . Tengo muchos clientes que reparten a farmacias», asegura su jefe —y primo mayor— Marcelo, que en más de una ocasión ha tenido que justificar a la Policía Municipal que arreglaban automóviles «esenciales». No obstante, su ritmo de trabajo ha descendido con creces desde el 14 de marzo. Si antes recibían hasta 30 vehículos cada mes, en casi dos meses de estado de alarma apenas han alcanzado la veintena. «Hemos facturado la mitad» , calcula Marcelo, que ha reducido los horarios y muchos días ni siquiera ha abierto el taller. Y no ha habido cambios esta semana. Pero a estos primos no les queda otra opción. «Si no trabajamos, no ganamos dinero», declara Marcelo. «Hay que pagar el agua, la luz, el alquiler, la cuota de autónomos...», enumera. Por suerte, la propietaria del local les ha prometido un descuento.

En una vía paralela, Iván resopla, con el rostro descubierto y manchado de grasa: «No he parado. Hay que comer». Por suerte, ha tenido un flujo constante y con cuentagotas de vehículos del Ayuntamiento de Madrid y coches de seguridad de la empresa Asys. Ya puede atender a particulares, pero asegura que no ha recibido más que un par de llamadas. Y añade otro problema: « No hay recambios , que yo sepa, de las marcas Volkswagen y Seat». «Aquí no viene ni Dios, solo estamos el chapista y yo», señala, resignado, unos metros más abajo. «No nos podemos quejar. La gente ha aprovechado para pintar sus coches porque pueden dejarlos un tiempo», explica Eduardo, uno de los empleados en un taller de chapa y pintura.

Eduardo lava las llantas de un coche, en otro taller, de chapa y pintura J. R. L.

Todos estos talleres adoptan a duras penas las medidas de seguridad para evitar contagios. «De momento, no hemos comprado máquinas de ozono. A ver cómo lo hacemos, por los precios...», dice Iván. «Tenemos nuestras mascarillas para el lijado», es la respuesta, irónica, de Eduardo. «Desinfectamos los vehículos siempre antes de devolverlos» , apunta Marcelo. Salvo esta minoría de valientes, la mayoría retrasan su vuelta para adaptarse a la «nueva normalidad».

Inversión contra el Covid-19

Es el caso de José Ángel Montejo, que ha decidido esperar al próximo lunes para reabrir su taller, en el distrito de Ciudad Lineal. «No teníamos manera de conseguir recambios. Esta semana están empezando a moverse un poco los proveedores», cuenta. Ha invertido alrededor de 800 euros en un purificador de aire con ozono, una mampara para la recepción de clientes, mascarillas quirúrgicas y FFP2 y gel desinfectante. Ya tiene lista de espera, 17 particulares —el 95 por ciento de su clientela— que «están deseando» llevar sus coches. Sin embargo, teme el momento en que «pase esta avalancha» inicial, que se trata, sobre todo, de vehículos que no arrancan después de semanas estacionados.

«Muchos se lo están tomando poco a poco. Necesitamos un periodo de adaptación», señalan desde la Asociación de Talleres de Automoción de Madrid (Asetra) . Pese a tratarse de un servicio esencial, el 80 por ciento de los alrededor de 6.000 talleres de la región echaron el cierre tras el decreto del estado de alarma. Un parón que se traduce en pérdidas de 1.500 millones de euros en todo el país, donde el sector suma 13.000 millones cada año, según calculan —con cautela— desde Asetra. Teniendo en cuenta esa misma proporción y que Madrid representa el 20 por ciento, el Covid-19 ha borrado 300 millones de euros en la región , donde el sector supone 2.600 millones anuales. Y su retorno será lento y escalonado. «La movilidad todavía está muy restringida», alega la asociación, que aconseja a estos profesionales que liberen a los trabajadores afectados por un ERTE según aumente la demanda.

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