Un repaso a Madrid como territorio literario: la identidad de no tener identidad

Tres especialistas debaten sobre la capital como escenario no sólo librero, también libresco a lo largo de la historia

Noche de los Libros en Madrid: estos son los puntos para disfrutar del placer de leer en librerías o museos

Coloquio literario entre Maite Rico, Andrés Trapiello y Jesús García Calero para la presentación de La Noche de Los Libros Guillermo Navarro
Jesús Nieto Jurado

Jesús Nieto Jurado

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Madrid es ciudad para la literatura . Una de las ciudades donde el libro, como tal, está en el aire, en las salidas, en el metro y en las librerías que son fijas a los suyos. Sin el tapabocas, volvió el debate, que en este caso era sobre 'Madrid, territorio literario' en la Puerta del Sol , palacete de todo, incluso de la literatura.

Una cosa es que, en Madrid, de caserón a caserón, habitaran casi hombro con hombro los prohombres del Siglo de Oro . Otra que Madrid se crea, se sepa, «territorio» de creación: desde las altas torres a los bloques de ladrillo visto. Se trataba, en suma, de valorar el porqué de Madrid como epicentro de las letras y motor de esto mismo, de genios y letraheridos. Por eso Jesús García Calero , director de Cultura de ABC; uno de los escritores que más ha analizado el Madrid impreso, Andrés Trapiello, y la periodista Maite Rico trazaron un manifiesto, con sus pros y sus contras, de la capital como lugar «vivo» de peregrinación de la palabra . Y fue así, en la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol, como en una de las actividades de 'La Noche de los libros' se escudriñó la ciudad como 'territorio literario'.

Tomó la palabra primera Maite Rico , que avisó que todo iría más por la «senda de la conversación». Por eso presentó a Andrés Trapiello como «explicador de escritores». Rico mentó a Galdós en el Ateneo, para explicar esa presunta «esencia madrileña» en lo impreso . Trapiello recordó «unos 1.500 libros sobre Madrid», libros que en su mayor parte «no están escritos por madrileños». El leonés, que cifró la eclosión de los cronistas matritenses al calor del triunfo de la prensa, recordó a los bohemios, mientras Calero discriminaba entre el «Madrid palaciego y el Madrid más de lumpen». Madrid es, según el autor de 'Las Armas y las letras' un tema, un escenario o una excusa: la de Azorín o Umbral o Ramón.

Calero incidió en una disquisición fundamental: si va a ser verdad que Madrid contiene «más literatura que escritura», que es una forma de olvido. Y en esto que aparecieron, metafóricamente, los huesos de Cervantes, mientras que el de Manzaneda de Torío citaba a Aldecoa frente a Luis Martín-Santos, cuyo 'Tiempo de silencio' confesó incapaz de leer. Y claro que apareció ' La Colmena ', con los resabios de Azorín y de Baroja más la «necesidad de escandalizar un poco», un escándalo que bebió de Gómez de la Serna y de Gutiérrez Solana y que Camilo José Cela manejó con gran inteligencia.

Calero ahondó en el dietarismo de Trapiello y en toda la genealogía previa en el oficio de contar y contarse la ciudad. Básicamente, la impronta de Cansinos Assens y el relato de ese Madrid desgarrado y «arrastrado» de Las Vistillas.

Rico sacó a colación el «oficio de madrileñista» de Mesonero Romanos, que es una forma de ser y estarse en este Madrid.

Pero quizá la pregunta clave fue la de dónde está la gran novela madrileña, y Trapiello fue expeditivo: en Pedro García Montalvo.

Se discutió Madrid desde la página. Y se agradeció. Hay tantos 'madrides' como miradas.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación