Patinar sobre el hielo para entregar comida a los más vulnerables de Madrid
El servicio, dependiente del Ayuntamiento, reparte 700 menús al día a los mayores «atrapados» por la nieve
La nieve, posteriormente convertida en hielo, ha dejado estampas muy desiguales en Madrid . Lo que para unos supuso diversión y se convirtió casi en una atracción para hacerse fotos o esquiar sobre el asfalto, para otros resultó ser toda una odisea. Muchos de los mayores de la ciudad se han quedado atrapados en sus domicilios a consecuencia de la borrasca, con miedo a salir y caerse, sin comida ni otros víveres de primera necesidad. Acostumbrados a que el Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) llamase todas las semanas -incluso varias veces- a sus puertas, el temor se cernió sobre ellos, desamparados y vulnerables. Pero la empresa no ha dejado de prestar atención, redoblando esfuerzo y turnos, durante toda esta semana. Con coches rotos o rodeados de la espesa nieve, los trabajadores han tenido que «patinar» sobre el hielo para que a ningún mayor le faltase la comida .
«En Madrid ha habido zonas intransitables, que se han dejado de la mano de Dios o de los propios vecinos. En algunos barrios está resultando muy complicado repartir y nos encontramos saturados», resume Borja Barbera, conductor de la empresa Ucalsa, responsable del servicio y dependiente del Ayuntamiento. «Hacemos más repartos andando que con los coches , y estamos cansados porque no vemos que la situación mejore con el paso de los días. Los vehículos se estropean o no pueden pasar, nos quedamos tirados», continúa. Pero todos los problemas merecen la pena cuando llegan a los domicilios. «Sentimos mucha satisfacción porque los vemos cada semana y sabemos que comen de lo que nosotros les repartimos . La solidaridad puede más que el cansancio», afirma el conductor.
El SAD atiende, aproximadamente, a 75.000 mayores en la capital, con 3.100 usuarios fijos para las comidas , y, durante estas jornadas, con un Madrid que parecía casi posapocalíptico, se ha realizado una media de entre 600 y 700 repartos de menús diarios.
«Esto es peor que el Covid para repartir», sentencia Rebeca Pérez, directora de los servicios sociosanitarios de Ucalsa. «El domingo pasado decidimos cambiar las ruedas de los 16 vehículos de reparto que tenemos, pero no fue suficiente. No podíamos acceder a las calles, las furgonetas se estropearon y algunos de los empleados tuvieron accidentes porque patinaban», cuenta la coordinadora, haciendo referencia, sobre todo, a los distritos de Ciudad Lineal, Centro y Carabanchel, y explica que dependiendo de la situación de cada anciano van a verle entre una y tres veces por semana.
«La mayoría son personas mayores con problemas cocinar , que no pueden ir a la compra porque no pueden salir de sus casas. Si no lo pueden hacer en situaciones normales, estos días, menos», dice, aunque desde que llegó la pandemia, también han solicitado el servicio bastantes familias con niños. En total, trabajan 55 personas y realizan 180 combinaciones de menús diferentes para adecuarse a todos los problemas de salud. Desde el almacén salen los conductores y los auxiliares de intervención que atienden a los mayores. La comida, para que se conserve mejor la entregan en frío, y así ellos solo tienen que calentarla en un microondas; si no tienen, se les cede uno. «Muchos han tenido que parar donde han podido y, cargados con la caja de alimentos, han andado 45 minutos para llegar a las viviendas », asegura. «Hay mucha gente que está sola, que no tiene quien les lleve nada y que si nosotros no vamos no comen en todo el día, aunque les dejamos una ración de emergencia por si suceden cosas como la actual», concluye Rebeca.
Los que tampoco han parado son los operarios del Servicio de Teleasistencia Domiciliaria (TAD), que atiende a 115.000 madrileños. Durante esta semana han priorizado la atención a los más vulnerables para saber cómo se encontraban y qué necesitaban. Solo en los primeros días, recibieron 2.141 alarmas que designaron como emergencia y, de estas, 601 fueron sanitarias por caídas o dolores. Ellos realizaron 26.494 llamadas a los usuarios, que tienen una media de edad de 84 años . Además, hubo 184 desplazamientos a los domicilios, según las cifras del Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social, de la que depende el servicio. «Han sido días de locura para atender todas las emergencias que necesitaban traslado, con las operadoras funcionado las 24 horas», explica Pilar Martín, responsable del servicio que aglutina a 265 trabajadores. «Hemos llegado a los domicilios con mucha dificultad y realizando gran esfuerzo porque sabemos que esos mayores no tienen familia que los pueda ayudar o no pueden salir», continúa.
Haciendo balance, explica que habitualmente realizan más movilizaciones, pero que estos días han hecho más llamadas de seguimiento a ancianos que les trasladaban su miedo de salir a la calle, su falta de recursos o qué hacían si se caían: «Es una manera de que se puedan desahogar, de que no sientan miedo porque el temporal se acabará. Trasmitirles calma y que sepan que no están solos».
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