Marta Rivera de la Cruz: «Si Pedro Sánchez dice que ve pobres en las calles de Madrid, ¿quién confronta?»
La consejera cree que se está «desinflando, afortunadamente», el foco sobre la Oficina del Español de Toni Cantó
Marta Rivera de la Cruz (Lugo, 1970) defiende una Cultura para todos. Está dispuesta a colaborar con otras administraciones: «Cuando me dejan, no cuando me enfrento a un muro».
—Estamos a las puertas de Fitur, la feria más importante del mundo. ¿Se llegó a plantear suspenderla en algún momento?
—Siempre te preguntaban, mucha gente te llamaba, pero ni las tres administraciones, ni Ifema por supuesto, tenía la fotografía de hacerla en otro momento. Al sector no le puedes decir que espere otros cinco meses... Además, las grandes operaciones de cara al verano se cierran ahora. Fitur no es una fiesta, es un gran lugar de trabajo, y no se puede posponer.
—¿Qué supone Fitur para Madrid?
—El año pasado fueron 100 millones de euros de impacto; este año podrían llegar a 150. Hay hoteles que para esos días ya tienen todas las habitaciones reservadas. Luego, está todo el movimiento de hostelería y transporte y la reivindicación de Madrid como gran ciudad de congresos y encuentros internacionales.
«La obligación con el patrimonio es que llegue intacto a la generación siguiente, y no pasearlos por una cuestión política»
—El turismo internacional no ha terminado de despegar. ¿No lo hará hasta que abra Asia de nuevo?
—La apertura de Asia es muy importante. Pero el mercado americano, que se está recuperando mas deprisa que la media, no ha estado formalmente abierto hasta septiembre. Es muy difícil esa recuperación plena, que ojalá se pueda alcanzar este año. Pero tanto en número de visitantes como de gasto medio, el turista asiático es importantísimo, y de momento, China no se mueve hacia ningún sitio. Y les pasa lo mismo a Japón y a Corea. A ver qué pasa después de esta sexta ola. Y que esos países, buenos emisores de turistas, levanten la bandera verde.
—¿Han pinchado los bonos turísticos?
—Hasta que llegó Ómicron estaban comportándose incluso mejor de lo que esperábamos: sabíamos que los dos primeros meses eran para contarlos y explicarlos. Esperamos más a partir de Fitur. En Navidad, personas que pensaban trasladarse en esa fechas con Ómicron se han echado para atrás. Ha sido un parón, pero ya vuelve a ver gente que pregunta y se interesa.
—El presidente Pedro Sánchez dijo esta semana que ve pobres en las calles de Madrid.
—Yo veo por desgracia el fenómeno de la pobreza, que en todas las grandes capitales está presente, pero no destacaría a Madrid como líder en ese aspecto, por supuesto. De todas maneras, me sorprende porque ¿cuánto tiempo hace que Pedro Sánchez se pasea por las calles de Madrid? ¿Lo está viendo de verdad o es su imaginario? Es parte de esa obsesión que tienen con Madrid.
—La casa de Vicente Aleixandre ya se va a proteger. ¿Se han adelantado al Ministerio en esto?
—No, para ser justos, hemos colaborado con ellos. El Ministerio elaboró un informe pidiendo la declaración BIP y nosotros, en cuanto llegó, lo hemos agilizado.
—A usted que le gusta colaborar, ¿cómo lleva la política de confrontación tan directa de Ayuso con el Gobierno central?
—Cuando escuchas a Pedro Sánchez hablar de pobres en las calles de Madrid, ¿de dónde viene la confrontación? Parece que te están poniendo el capote. Tenemos ejemplos de colaboración como Fitur, o la protección a la casa de Vicente Aleixandre o al Caravaggio. Yo trabajo de la mano, pero cuando puedo y cuando me dejan, no cuando me encuentro con un muro.
«En esta consejería se trabaja con personas con talento y no se les pide el carné»
—¿El ministro de Cultura, Miquel Iceta, se ha olvidado ya de su pretensión de dispersar los fondos de los principales museos de Madrid?
—Eso espero. Cuando yo me declaro en contra de esa política, pienso en la protección de los fondos, que es elemental. En el caso del Guernika, sufriría daños irreversibles sólo si se trasladase de una calle a otra. Y la Dama de Elche, que es una terracota, moverla es agredirla. No somos los propietarios del patrimonio, sino sus custodios. La obligación es que llegue intacto a la generación siguiente, y no dedicarnos a pasearlos por una cuestión política o propagandística.
—¿Se está desinflando la Oficina del Español de Toni Cantó?
—No, afortunadamente, lo que se está desinflando es el foco sobre ella. Se firmó un convenio con la red de academias de español para promocionar el traslado de estudiantes extranjeros a Madrid para estudiar español. En 2019, eligieron la comunidad para esto menos de 18.000 estudiantes, y eso es poquísimo. Estamos trabajando para darle la vuelta a esto, y la Federación Española de Escuelas de Español, Fedele, nos dice que nunca habían trabajado con la administración madrileña... Este año se va a presentar ya en Fitur. Y hay dos proyectos concretos con la consejería de Educación y otro con Asuntos Sociales, que se van a materializar ya.
—¿Las salas de teatro y cine han recuperado sus usuarios habituales?
—El teatro sí. El cine es algo más complicado, porque está viviendo una reinvención, por la explosión de las plataformas. Y cuando los grandes estrenos, en lugar de programarse en salas, se programan en plataformas, no ayuda.
—¿Un gobierno conservador lo tiene más difícil en materia de cultura?
—He luchado contra el prejuicio de que la cultura es de izquierdas: es de los que la disfrutan. A un creador se le empuja a que se defina políticamente, y no pasa lo mismo con los deportistas. En esta consejería se trabaja con personas con talento y no se les pide el carné.
—¿Qué le parece el goteo de fugas dentro de Ciudadanos?
—Yo ya no estoy en el partido, lo veo desde fuera.
—¿Iría en una lista del PPcomo independiente?
—No lo pienso. He aprendido a hacer planes a cortísimo plazo.
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