Infectada, aislada y despedida: «No tengo ningún ingreso, me quedan 19 euros»

Carmen, una mujer maltratada, discapacitada y con Covid-19, vive sola en una casa que no podrá pagar al ser una de los miles de afectados por un ERTE

Coronavirus en Madrid: últimas noticias del Covid-19 en la comunidad con más casos positivos de España

Carmen (nombre ficticio), protegida con una mascarilla, en su casa de Parla ÁLVARO YBARRA ZABALA

Cris de Quiroga

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La crisis sanitaria desatada por la que podría ser la pandemia del siglo XXI se ha tornado en económica. Y el coronavirus ha puesto en la diana a las personas más vulnerables, no solo en términos de salud. En las últimas semanas, en España se han multiplicado los despidos a través de los llamados ERTE (Expediente de Regulación de Empleo Temporal) . Y Carmen (nombre ficiticio), con 59 años, ha sido una de las perjudicadas. Sola en casa, contagiada por el Covid-19 y despedida . En apenas unos días, su vida se ha puesto patas arriba y, sin ningún ingreso, debe hacer frente a un préstamo y al pago del alquiler. En cuarentena, tiene mucho tiempo para pensar. ¿En qué? «En que me quiero quitar de en medio», suelta, al otro lado del teléfono.

Su desdicha comenzó el pasado miércoles. Carmen acudió a su centro de salud, pues presentaba todos los síntomas del coronavirus, aunque no le sometieron a la prueba para confirmarlo. Desde entonces, es una de los 20.270 pacientes de la Comunidad de Madrid en aislamiento domiciliario y con un seguimiento telefónico diario . Este lunes volvió al hospital, donde le hicieron un análisis de sangre y una radiografía. De nuevo, sin comprobar que se trata del Covid-19, la enviaron a casa con un tratamiento a base de paracetamol y tres aerosoles. «Estoy muy cansada, me fatigo mucho», cuenta Carmen, la voz entrecortada por la tos.

No obstante, el virus que nació en la ciudad china de Wuhan es el menor de sus problemas. El mismo lunes recibió la notificación del ERTE. Carmen trabajaba cuatro horas diarias como limpiadora —hasta la fecha, su única ocupación— en un colegio, uno de los tantos centros educativos de la región que echaron el cierre la semana pasada tras la medida decretada por el Gobierno autonómico. Percibía 450 euros mensuales, la cantidad justa para pagar el alquiler de su piso en Parla. Una vez cubiertos un techo y cuatro paredes, limpiaba hogares para sobrevivir. Ahora, su precaria subsistencia se desmorona. «No tengo ningún ingreso, me quedan 19 euros» , lamenta Carmen; la tos ya no interrumpe sus palabras, sino el llanto contenido. «Si no como, me da igual. No puedo perder el piso», declara.

El drama en que se ha convertido su vida le recuerda las penurias de su pasado. El padre de sus dos hijos, y su pareja durante 30 años, la maltrataba. «Me pegaba y yo me aguantaba por mis hijos» , cuenta. Con los años, decidió marcharse. Tiempo después, la madre de su expareja enfermó, y él suplicó que volviera a casa para cuidarla. «Me dijo que me quería, que iba a cambiar», recuerda, «no quise denunciarlo por mis hijos». Fue en esa época cuando trató de quitarse la vida, hasta en dos ocasiones.

No es la única tragedia que ha tenido que soportar. Ya separada del maltratador, otro hombre abusó de ella. «Me tuvo retenida cinco horas y me violó» , narra. El agresor ha salido de prisión, tras cumplir condena seis años, y sobre él pesa una orden de alejamiento hasta 2023. Carmen no ha recibido la indemnización de 6.000 euros que le corresponde, puesto que «él no tiene bienes». Una suma, pese a todo el dolor que remueve, que sería su salvación.

Coronavirus y depresión

No es de extrañar que arrastre «desde hace mucho» una depresión , por lo que tiene una discapacidad del 33 por ciento. «Solo sirve para que las empresas te contraten y les den dinero, pero a ti no», dice. Carmen asistía una vez al mes al psiquiatra, mientras toma su medicación. Hace semanas que no acude a una cita, pues la última vez coincidió con una oferta de trabajo como limpiadora. Hoy está enferma, recluida en casa y sin la atención psiquiátrica que requiere : «Vuelvo a los mismos pensamientos», confiesa. «No lo hago por mis nietos [tiene dos, de 6 y 4 años, y un tercero en camino], si no, no estaría aquí», afirma.

Por ahora, sus hijos no le han prestado ayuda; ella tampoco grita auxilio. «No sabes lo que es pedir a tus hijos», comenta. Solo se valió de ellos una vez, para pagar una factura de teléfono. «No tengo amigos ni conocidos», añade. Y hace un llamamiento a los poderosos: «Tendrían que ayudar a la gente con niños y a la gente como yo, que queremos trabajar. Que no nos quedemos en la calle », suplica.

Ayer mismo, el anuncio del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cayó como una bendición: los afectados por un ERTE tendrán derecho a una compensación por desempleo que, en el caso de Carmen, podría alcanzar los 350 euros mensuales . Tras un día maratoniano de llamadas —a su jefe, a su casera— para intentar resolver su situación, esta mujer incansable ve la luz: «Ojalá». Quizá el karma existe.

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