El éxito de las copas a metros del asfalto y cerca del firmamento
Las azoteas proliferan en los edificios debido al cambio en las tendencias de ocio
El coronavirus ha cambiado las tendencias de ocio de la mayor parte de la sociedad, que ahora busca espacios abiertos y grandes terrazas en las que poder disfrutar. A varios metros sobre el suelo, las azoteas al aire libre están ganando popularidad y adeptos, convirtiéndose en el lugar predilecto de los madrileños y en una suerte de oasis en medio del bullicio de la ciudad.
La oferta de espacios es inmensa en la capital –desde los clásicos a inauguraciones recientes– y algunos han adaptado incluso sus cartas para la temporada estival. El hotel Urban, con vistas al Retiro y al barrio de los Austrias, configura en su sexta planta un ‘rooftop’ con cócteles con toques exóticos y del mediterráneo elaborados a base de frutas.
Le Tavernier enfrenta su primer verano en Madrid. Situado en el hotel Meliá Gran Vía, se inspira en una taberna porturaria de la marina coruñesa . Cuenta con 500 metros cuadrados y espacios diferenciados: desde una barra a un escenario para eventos, zona de degustación y privados.
A cien metros de altura, la terraza del hotel RIU es uno de los referentes. Con lista de espera en muchas ocasiones y mesas completas, el suelo se abre bajo los pies de los visitantes gracias a su pasarela de cristal , que permite ver la plaza de España desde las alturas. Está situada en la planta 26 (mismo número que los segundos que el ascensor tarda en llegar) del edificio y se inauguró meses antes de que la pandemia se desatase. Cuenta con una azotea panorámica que permite ver desde las Cuatro Torres al Templo de Debod o el Palacio Real, e incluye una carta de copas, cócteles y cervezas, además de gastronomía variada.
Siguiendo Gran Vía, en la esquina con la calle de la Montera, está Picalagartos, en el Hotel NHCollection. La fila de personas, en esta ocasión, se forma en la entrada, nueve plantas más abajo que el destino ansiado. La media de comensales o clientes el fin de semana asciende a 500 personas, con reservas previas. La terraza también es panorámica y la carta busca acercar «el buen producto a los comensales, con sabores limpios, adaptando las técnicas tradicionales». En cuanto a los cócteles , el creador Luca Anastasio busca transmitir «emociones nuevas, fundamentales para llenar la vida de momentos únicos, con sabores reconocibles y aspecto apetecible».
Enfrente, para los que vayan en busca del silencio , el Jardín Secreto de Salvador Bachiller, un pequeño paraíso de mesas de madera y plantas naturales que oferta desde desayunos a elaborados cócteles o tradicionales vinos y copas rozando casi las nubes.
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