Un diputado realiza la primera intervención quirúrgica en Ifema: «Ha sido impecable»

Eduardo Raboso, vocal de Sanidad del PP en la Asamblea, practicó ayer una traqueotomía a una mujer en la UCI

El equipo capitaneado por Eduardo Raboso, durante la intervención

Carlota Barcala

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El himno de España, que suena todos los días a las doce de la mañana, marcó ayer el inicio de la primera intervención quirúrgica que se desarrolla en la historia de Ifema , otrora sala de exposiciones y eventos multitudinarios, ahora el mayor hospital de España. Ataviados con todas las medidas de protección posibles, el Jefe de Servicio de Otorrinolaringología del hospital de La Princesa, Eduardo Raboso –también diputado del PP en la Asamblea de Madrid y vocal de Sanidad–, y su equipo realizaron una traqueotomía a una mujer ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del pabellón 9. «Ha sido impecable», cuenta el doctor tras finalizar la operación, cuya finalidad es mejorar la mecánica respiratoria de la paciente, que lleva semanas entubada a causa del coronavirus, para retirar las cánulas de su organismo . «Con eso mejora mucho su pronóstico, ya que se pone a trabajar su musculatura respiratoria. Los médicos empezarán a hacer intentos para ver si soporta estar sin el ventilador mecánico hasta extubarla», explica el encargado de desarrollar tal proeza.

La intervención no es tarea sencilla. Los médicos que la llevan a cabo corren gran riesgo de contagiarse , debido a los aerosoles que se expanden al abrir la tráquea, contaminados con el patógeno. Por ello, el doctor Raboso –que ha decidido «apartar» durante estos días la política para vestirse la bata y combatir– y sus compañeros han modificado en el hospital de La Princesa la técnica para minimizar el riesgo de contagio. «Lo que conseguimos es que el paciente no sangre prácticamente nada, porque no utilizamos bisturíes eléctricos. Cuando se hace el corte eléctrico, el vapor sale contaminado por el virus, y eso hay que evitarlo a toda costa, porque sería letal », continúa el diputado: «En el momento de abrir la tráquea, hay que parar el ventilador mecánico para eliminar la presión del aire dentro del árbol respiratorio. El paciente ahí se queda sin respiración, por lo que la cánula debemos introducirla cuanto antes».

En el quirófano improvisado –la operación se desarrolló en la misma cama de la paciente–, Raboso no estuvo solo. Lo acompañaron el doctor Javier Olarieta y la doctora Beatriz Delgado , ambos médicos adjuntos del mismo centro, además de personal enfermero, auxiliares e incluso gente de la limpieza, como si se tratase de cualquier quirófano de un hospital al uso. «Estuvimos muy cómodos y salimos muy contentos. En Ifema todo el personal está volcado, sale todo muy rodado. Hay un equipo muy solvente allí», continúa. La intervención la terminaron en tan solo diez minutos.

No solo fue la primera operación desarrollada, sino que también fue el primer día que estos cirujanos entraron en el recinto ferial . «Si hace seis meses me dicen que seríamos capaces de hacer esto, hubiese pensado que es imposible», dice sobre el levantamiento del hospital en el complejo. «Me ha llamado mucho la atención el espacio que tiene cada paciente. No pensaba que iba a ser así, es algo que impresiona y que, aunque veas fotos, la magnitud solo se percibe viéndolo con tus propios ojos», continúa este médico que lleva 32 años ejerciendo: «Es una proeza».

Tras la intervención quirúrgica, Raboso, Olarieta y Delgado volvieron a su hospital para continuar salvando vidas. Indica que, gracias a Ifema y a los hoteles medicalizados, el volumen de carga de los hospitales ha descendido considerablemente. «Hubo días que en La Princesa teníamos a 200 pacientes pendientes de ingreso y que la Sanidad madrileña estaba a un 150% de su capacidad teórica máxima», asegura.

El equipo de sanitarios que participó en la operación, tras concluirla

No quiere ser tratado como un héroe, a pesar de estar en la primera línea de batalla y, como tantos otros, exponer su vida para proteger la de los demás. Afirma que a los médicos los han «entrenado» para llegar a una situación como la actual crisis sanitaria «y saber responder», y tiene otra confesión: todos las tardes a las ocho los ojos se le empañan cuando oye los aplausos que reconocen el esfuerzo titánico que todos ellos realizan: «Son miles las personas que se merecen hasta la última de las palmadas. La heroicidad siempre tiene un carácter excepcional , pero en la sanidad española la heroicidad es algo cotidiano. Nosotros solo hacemos nuestro trabajo: estamos aquí para que todo el mundo pueda vivir».

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