Turismo

Turismo industrial, otra forma de dar a conocer la historia de Galicia

La directora de Turismo de Galicia, Nava Castro, refleja que se trata de una forma de dinamizar la economía

Industria textil en una imagen de archivo MIGUEL MUÑIZ

E.D. Carruébano

Sol y playa. Esas son las dos palabras que se vienen a la mente de casi cualquiera al hablar de turismo. Sin embargo, la modalidad desconocida —y también la que ofrece un mayor margen de complementariedad— es la industrial, «uno de los motores de la comunidad gallega , ya que dinamiza la economía», refleja Nava Castro, directora de Turismo de Galicia.

Se trata de un tipo de turismo que entró en alza hace diez años y que, permite, por ejemplo, un paseo por un pueblo pesquero, tan característico de las tierras gallegas, y que no solo atañe los mecanismos que hay hoy en día, sino que refleja la historia, la manera de vivir de los antepasados de aquel lugar, dándolo a conocer de una manera única. «A fin de cuentas, en un lugar de costa, con una conservera, por ejemplo, tendrá en plantilla a muchos vecinos», explica Iria Caamacho, experta en turismo industrial, «y eso termina por influir en el modo de vida de las personas que habitan allí », sentencia.

Y es que, una buena definición de este turismo podría ser que es, a grandes rasgos, la visita guiada a una fábrica o lugar de trabajo para conocer su rutina laboral, así como el entorno del mismo. Se trata de una de las modalidades de ocio menos reconocidas pero más apreciadas por aquellos que se aventuran a probarlo.

«Para Galicia, como destino, pienso que el turismo industrial debería ser un pilar estratégico en tanto y cuanto en todos los territorios ha habido industria que al final termina formando parte de nuestro día a día», explica Caamacho a ABC. La gran variedad de patrimonio industrial que alberga Galicia entre sus fronteras «hace que sea un referente a nivel nacional e incluso internacional», admite. Nava Castro, por su parte, no puede evitar deshacerse en elogios hacia este tipo de turismo en conversación con este medio: «Es muy importante desde el momento en el que habla de nuestra idiosincrasia, de nuestra tradición y de la evolución ». Además, también añade que «es una experiencia única que merece la pena mostrar y enseñar».

El turismo cultural es un turismo «de bajo impacto, ya que se trata de un tipo de movilización específica, en pequeños grupos, incluso familias», añade Caamacho, aunque tiene claro que es una manera de « diferenciar a la Comunidad ». Las referencias a lo largo y ancho dentro de las fronteras de Galicia se cuentan por miles, aunque tal vez la más reconocida sea el Camino de Santiago. «Si se refuerza este tipo de turismo no solo será bueno para los gallegos, sino también para las industrias», admite, pues no dejan de ser dos cuestiones que se retroalimentan.

En el año 2010, señala Caamacho, «hubo un boom de turismo industrial , cuando empezamos a darle voz a este tipo de movilidad», sobre todo después del primer congreso, que se celebró en Ferrol, acerca de este tipo de turismo . «Sin embargo, creo que ahora el término está un poco más estancado, se ha establecido», argumenta.

Después del crecimiento que sufrió en los primeros años de la década, ahora parece continuar con unos valores similares, por lo que los expertos en el tema quieren volver a promocionarlo. «Hay muchas empresas privadas que están luchando y lo impulsan », admite. Sin embargo, considera que desde la administración no se está fomentando o, no al menos bajo ese nombre: «No están impulsando proyectos denominándolos así, aunque sí que se están llevando actividades, pero siento que se está perdiendo esa intensidad», se lamenta.

Conserveras o bodegas

Las conserveras y las bodegas suelen ser las que mayor afluencia de gente tienen a lo largo de todo el año. Esto también tiene un motivo: «¡La cata gastronómica posterior!» , bromea Caamacho. Se trata de un aliciente que no solo ayuda a los visitantes a acercarse para poder probar los productos, si no que esa misma prueba será la que, finalmente, haga que se decanten por unas u otras marcas. Este es, precisamente, un sector que «genera más de 200 millones de euros y que, además, fija a la población rural y evita los flujos migratorios hacia la ciudad», cuenta, por su parte, Castro.

Y eso es precisamente lo que hace: se trata de una manera de luchar contra la emigración que existe desde el rural hasta las ciudades. Este fenómeno está creciendo a pasos agigantados en los últimos años, obligando a muchos a dejar su hogar atrás para poder buscar un futuro, tal vez más próspero, en las principales ciudades de Galicia. Precisamente con este tipo de turismo, además de dinamizar la economía, también se consigue anclar a las personas al rural , puesto que, además del trabajo en la propia industria, estas se ven también favorecidas por la llegada de visitantes, por lo que aumenta la actividad y revaloriza la economía del lugar.

En esta línea, a través del plan «Galicia sabe», se acaba de presentar una estrategia enogastronómica, que va a ser la hoja de ruta de Galicia en los próximos cuatro años. «Se presentó la ruta del queso y de la miel, que va desde el producto hasta la mesa», recuerda la directora de Turismo.

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