ENTREVISTA
Tomás Fernández-Couto: «Contra los incendios, como ahora en el maltrato, hay que mojarse y denunciar»
El director xeral de Ordenación Forestal clama contra los «delincuentes homicidas» que queman los montes y desecha la teoría de tramas organizadas detrás de los fuegos
Desde 1996, y a excepción del periodo del bipartito, Tomás Fernández-Couto (Ferrol, 1960) ha sido el responsable de la política forestal de la Xunta y de la lucha contra los incendios forestales. Ingeniero de Montes y funcionario de carrera, niega la existencia de tramas organizadas para quemar el monte. Explica que la única causa que explica que en Galicia se registren la mitad de incendios forestales de España es la existencia de «delincuentes homicidas» que aprovechan el calor y el viento para plantar fuego.
–¿Cómo va la campaña?
–Estamos viendo hasta ahora una campaña bastante tranquila, sobre todo, porque climatológicamente la situación no favorece la acción incendiaria y no se han producido esos días extremos, que son los que lanzan esta actividad. Pero esto puede cambiar rápidamente, aún queda tiempo.
–¿Puede ser que tras la catástrofe del año pasado, los incendiarios hayan reflexionado?
–Lo que suele ocurrir es que cuando vienen años donde las condiciones favorecen y llega a haber situaciones dramáticas, con muchos incendios, vienen después unos años que suele rebajarse el número. Pasó en el año 90-91, pasó en 2007-08 y lo normal es que este año descienda la actividad. Pero desgraciadamente solo son estadísticas.
–En Galicia hay más fuegos que en otras comunidades. ¿Por qué?
–Eso es difícil de explicar. Sí que parece que históricamente hay una mayor propensión a utilizar el fuego en el noroeste de la península. Asturias, Cantabria, Zamora o León son entornos en los que también hay incendios, pero normalmente no tantos. El clima en la zona cantábrica en el verano es muy similar al que está habiendo en Galicia este año, es un clima húmedo, suele llover y todo se mantiene verde, por lo que no es fácil que se mantenga una actividad incendiaria. El hecho de que la población en Galicia esté muy dispersa, el hecho de que en Galicia haya unas precipitaciones importantes pero también periodos de sequía, pueden hacer que haya un cierto número de accidentes o interacciones. Pero creo que en ningún caso puede justificar que en el 10% del territorio de toda España, que es Galicia, se produzcan la mitad de todos los fuegos del país. No lo justifica.
«No se trata de si el eucalipto es bueno o malo, yo diría que son imprescindibles para la economía, ahora no pueden estar a menos de 50 metros de las casas»
–¿Entonces qué pasa?
–También tenemos que tener en cuenta que actualmente estamos en la tercera parte de los incendios de hace 10 años. Venimos de 8.500-9.000 incendios al año, lo que era absolutamente disparatado y en estos momentos estamos en los 3.000-3.500, que sigue siendo disparatado, pero es un número muy inferior. Desde ese punto de vista las cosas van evolucionando bien. El problema no es el viento o el calor, el problema es que esos días aparecen muchos incendios todos a la vez y además se inician de una forma que se favorece la propagación del fuego.
–La mayoría provocados.
–Claro. Hay fuegos por tormentas secas, por ejemplo, pero lo normal que nos encontramos son incendios al borde de una pista, a favor del viento, siete u ocho incendios a lo largo de un kilómetro... Ves una intención muy clara. Los apagas y a las dos o tres horas vuelven a aparecer. ¿Que es lo que ocurre? Tampoco es fácil. Nosotros constatamos esta realidad, pero no es tan fácil saber cuál es la causa última. En los incendios muchas veces detectas al culpable, puedes llegar a intuir por qué lo hizo, pero no es tan fácil saber lo que hay detrás, ¿alguien le pagó?, ¿qué interés tenía? Lo que sí que está claro es que son incendios provocados y que esa intencionalidad disminuye en los días normales.
–Hay quien apunta al abandono del rural, por ejemplo.
– Las causas últimas son difíciles de extraer, yo creo que a veces se tiende a simplificar las cosas. Hay incendios porque hay abandono, o porque la vegetación es pirófita. Ni la mitad del abandono de España está en Galicia, ni la vegetación que arde con más facilidad está en Galicia, ni Galicia tiene el clima más extremo. A veces se habla de alguien que cuando ve que hace viento usa el fuego para limpiar. Eso es un delincuente, no se puede hacer. Lo que sí que es cierto es que no se han detectado nunca conexiones y la gente cuando se habla de intencionalidad lo liga a tramas, no tiene por qué haber tramas. O puede haber microtramas en el territorio, pero ese es un tema policial. Estamos hablando de delincuencia que encierra un peligro social brutal.
–El año pasado se generó polémica cuando el presidente de la Xunta usó la expresión terrorismo incendiario. ¿Usted la sigue suscribiendo o cree que no fue acertada?
–El otro día oí a un alto cargo de la comunidad de Andalucía hablar de terrorismo ambiental. La situación de riesgo, de pánico y de inseguridad que genera un incendio en un día de viento es brutal. Desde el punto de vista conceptual, todo lo que conlleva una acción terrorista lo conlleva emplear el fuego. El fuego no genera menos alarma, ni menor peligro. Pero eso no quiere decir que haya una trama terrorista. ¿Como podemos definir eso? La definición que uso muchas veces es la de delincuentes homicidas.
«Hasta en esas zonas más productivas si los propietarios no vigilaran cabe que alguien se lo vaya a quemar, es un pensamiento bastante inquietante»
–Desde 2007 la ley obliga a eliminar eucaliptos, pinos y acacias situados en los primeros 50 metros de las casas. ¿Por qué no se ha exigido su cumplimiento hasta ahora?
–El año pasado vimos sin ninguna duda que las condiciones atmosféricas están cambiando y no están cambiando para bien. Por primera vez nos entra un huracán en toda Galicia, con unas temperaturas tremendas. Una vez más en esas condiciones se producen 130 incendios. El problema no es el huracán, el problema es que haya gente que quiere quemar. En la región norte de Portugal arden 150.000 hectáreas y en Galicia 48.000.
–¿Se espera que esas condiciones se repitan con el cambio climático?
–Es posible que llueva con más intensidad y menos días, ante eso la administración tiene que reaccionar. La comunidad científica nos dice a donde cree que va el clima. El día a día, el operativo lo lleva, pero en estas condiciones extremas no hay ningún elemento que nos diga que va a detenerse esa actividad incendiaria. Ante eso la única conclusión que podemos sacar es hay que reforzar las medidas de seguridad en el territorio. Es muy importante que toda la población se mentalice. No se trata de si el eucalipto es bueno o malo, yo diría que son imprescindibles para la economía, ahora no pueden estar a menos de 50 metros de las casas.
–¿Muchos recursos se destinan a apagar el fuego, si pudiesen destinarse a que el monte fuese más productivo mejoraría la situación?
–En A Mariña por ejemplo, muchos propietarios se turnan y pasan la noche en el monte para vigilar que otros no se lo quemen. Hasta en esas zonas más productivas si los propietarios no vigilaran cabe que alguien se lo vaya a quemar, es un pensamiento bastante inquietante. Es evidente que el gestionar el territorio es una herramienta, pero no es la única. Estamos hablando delincuencia muy peligrosa, a nivel de lo que puede ser el terrorismo o de otras delincuencias contra las que hoy la gente ha reaccionado. Antes nadie se arriesgaba a denunciar por algo que podía ser maltrato ahora se moja y denuncia. Contra los incendios también hay que mojarse y denunciar.
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