Rueda tiende la mano a la oposición a pesar de sus descalificaciones

Recibirá a Ana Pontón y González Formoso en «estos primeros días» mientras cuestionan su legitimidad

El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, este martes en el Parlamento de Galicia MIGUEL MUÑIZ
Pablo Pazos

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Alfonso Rueda volvió a escuchar este miércoles, de labios de los portavoces de la oposición, ataques que ponen en duda su legitimidad como titular de la Xunta. Presidente «de manera accidental», le calificó la nacionalista Ana Pontón. «Poco relevante», «tutelado por el señor Feijóo y los barones provinciales», le retrató el socialista Luis Álvarez. Pese a todo, Rueda tendió la mano a la oposición , señaladamente al PSdeG, para «hacer cosas juntos»y «solucionar problemas». Y ratificó, primero en O Hórreo y después en San Caetano, tras el Consello, que recibirá a los líderes de ambos partidos, y que lo hará «en estos primeros días de arranque de esta nueva etapa». El «estilo Rueda», que volvió a reivindicar este miércoles, en su estreno en una sesión de control en el Parlamento, incluye este talante conciliador, a pesar de que la izquierda gallega no deja de recurrir a las descalificaciones en la confrontación.

Fue una mañana exigente para el presidente de la Xunta en su segunda semana en el cargo. A las 10.00, las preguntas de PSOE y BNG en la Cámara autonómica. A Rueda se le percibió tranquilo, aunque tampoco se ocultó a nadie que le incomodó que la oposición recurra a ese tipo de golpes bajos para buscarle las cosquillas . Las palabras de bienvenida al cargo y buenos deseos con los que Pontón y Álvarez abrieron sus respectivos careos se quedaron en mera fachada parlamentaria. Al segundo, que abrió fuego, le replicó que «siempre dijeron que, frente a nuestros gobiernos, ni 100 días, ni 100 horas ni 100 minutos» de cortesía. «Es lo que están ustedes haciendo, cuando esta nueva etapa apenas arrancó hace 10 días», afeó. Ya Pontón le recriminó que «poco duró» ese tono institucional de su saludo, pues fue llegar su segundo turno y ya estaba «descalificando la legitimidad de quien está aquí contestando su pregunta». «Descalifique este Parlamento si cree que no tengo legitimidad», censuró, para ser «presidente de la Xunta». «No voy a entrar en ese tipo de actitudes», incidió, para recordar que no era la primera vez que su oponente usaba este tipo de armas, sino una «tónica»que venía de lejos.

Desde la investidura

El talante de la oposición seguramente no ha cogido por sorpresa a Rueda, a quien ya negaron la cortesía de escuchar en el debate de investidura antes de anunciar que votarían en contra. La víspera, hicieron lo propio en la designación de Núñez Feijóo y Miguel Tellado como senadores en representación de la Comunidad. Aún así, incluso en este clima, el presidente de la Xunta no renuncia a tender la «mano». En el hemiciclo aseguró que «por supuesto» estaba dispuesto a reunirse tanto con Pontón como con Valentín González Formoso. Por más que no tuviera claro que la primera, a diferencia del segundo, quisiera verse expresamente. En el caso de la portavoz nacional del Bloque, lo infería de la carta de seis páginas que le remitió recientemente, y donde le ponía «un montón de deberes».

Unas horas después, se le preguntó al respecto en la rueda de prensa que siguió al Consello, que arrancó en San Caetano tras la sesión de control —se adelantó por ser este jueves festivo en Santiago—. Insistió en que, ya que Pontón le planteaba «una serie de materias que creía que el gobierno de la Xunta debía abordar» y «se ofrecía al diálogo», lo tomaba como «una petición de entrevista». En cuanto a Formoso, en O Hórreo el propio Álvarez repetía en su papel ya habitual de intermediario, instando a que le concediera audiencia a su jefe, al igual que ha hecho Rueda, por carta, con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Álvarez añadía también a los alcaldes de las ciudades en esa ronda de contactos —y aprovechaba para acusar a Feijóo de no haber escuchado nunca a los concellos—. «Siempre voy a aceptar», remarcó Rueda, peticiones de entrevista como las que se han puesto sobre la mesa. No solo no tiene «inconveniente», dijo, sino que lo asume como una de sus «prioridades». Y acotó que los recibirá en breve. Que los representantes políticos han de «hablar» entre sí, abundó, «es una de las cosas que tengo claras». Y fue más allá al abogar por un «diálogo permanente» ; que vaya más allá de un «encuentro» puntual. «Espero que se mantenga en lo sucesivo, dentro del respeto institucional», incidió. Porque «debe» ser lo «normal»y es lo que la sociedad «espera»: que los «representantes de los partidos políticos» se sienten a hablar.

No fue el único llamamiento a tender puentes que hizo este miércoles Rueda. Durante su intercambio dialéctico con el portavoz socialista en O Hórreo apostó por trabajar «juntos», pero dejó claro que esto pasa por que el PSOE gallego sea ese «partido dialogante que proclaman que son», y no la formación que se ha caracterizado en los últimos años por su seguidismo a La Moncloa y Ferraz. «Si hacen sucursalismo y siguen defendiendo lo indefendible , apoyando medidas que nos están perjudicando, va a ser muy difícil» ese entendimiento, alertó el presidente. Pero si viran el rumbo y arriman el hombro, aseguró que le «van a encontrar siempre», a él y a su gobierno. De no ser así, la Xunta, refrendó, seguirá como hasta ahora, en soledad, pero «trabajando», aprobando «medidas» y «mirando hacia delante». Por lo de pronto, no auguró un gran clima de consenso que Álvarez acudiera a OHórreo acusándole de tener un proyecto «plenamente continuista» y sin propuestas; de prometer «mejora, mejora, mejora» como algo «trivial» ante la «situación negativa» de la Comunidad; de haber aprendido de Feijóo a «echar balones fuera»; y, por último, de llevar «tres meses de gobierno de la Xunta de brazos caídos, desde que la señora Díaz Ayuso», disparó, decidió que había que «cambiar de presidente». Lo cual, dijo, deparó un «juego de sillas», en alusión al proceso de relevo de Feijóo. «Están todos sentados, no sé si donde querían o no (...). Trabajen», reclamó.

Rueda replicó que le ha quedado «claro» que Álvarez tiene «especial preocupación» por saber si tendrá un «estilo propio» , y defendió que así será a la hora de «resolver problemas». Ese estilo pasará, como ha venido remarcando en las últimas semanas, por mantener lo que se ha hecho bien y afrontar los nuevos «retos», con el afán de mejorar y blindar educación, sanidad, tejido empresarial o emprendimiento, y aprovechar el «tirón» del Xacobeo. En un debate que se enfangó en la discusión sobre la parcialidad del Gobierno en el reparto de los fondos Next Generation, el presidente rechazó las «políticas de ficción» y «cortinas de humo» de los socialistas, y afirmó que su Ejecutivo está centrado en acometer los «problemas reales» de los gallegos y «mejorar» sus vidas.

No al monolingüismo

Obviamente, el entendimiento con el BNG se antoja aún más complejo. Para su primer careo con Rueda, Pontón recurrió a la baza del idioma. «El PP está quitando a las nuevas generaciones la oportunidad de hablar en gallego », les está «robando» su «libertad» para expresarse en la lengua propia, atacó la líder del Bloque. Rueda censuró su uso del gallego como «elemento de confrontación (...) y división», como «excusa» para «dar carnés de buenos y malos gallegos». La Xunta, reivindicó, seguirá defendiendo el idioma, «pero sin imposiciones, ni de usted ni del otro extremo».

El presidente pasó al contraataque y dijo que el «empeño en romper el bilingüismo cordial» durante el bipartito, que él defendió este jueves «con libertad, apertura y plenitud», fue «uno de los motivos que les llevó a perder el gobierno tan rápidamente». «No queremos una Galicia monolingüe, ni en gallego ni en castellano», cerró Rueda. «Queremos una Galicia armónicamente bilingüe, naturalmente bilingüe y orgullosamente bilingüe ».

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