Asamblea Nacional del BNG

Pontón asume una refundación a un año vista bajo la amenaza de un nuevo éxodo

El sector de Aymerich anuncia su marcha mientras el resto de críticos se dan tiempo para analizar el futuro

La UPG sólo consiente confluir con otras fuerzas nacionalistas y aleja la opción de converger con la Marea

Pontón, tras ser elegida nueva portavoz nacional M. MUÑIZ

DARÍO DOMÍNGUEZ

Nada nuevo bajo el sol del nacionalismo gallego. El BNG celebró ayer su XV Asamblea Nacional en el Palexco coruñés , un cónclave que siguió el guion previsto, con un apoyo mayoritario al documento oficialista, que apostaba por una «refundación» de menos calado que se planea a un año vista y la estrategia de concurrir en solitario a las próximas autonómicas, o tendiendo la mano solo a otras fuerzas nacionalistas.

Como era de esperar, los militantes eligieron por aclamación a la diputada autonómica Ana Pontón , que en su discurso destapó el tarro de las esencias del partido ante un público entregado. De este modo, no rehuyó la autocrítica y apeló a la necesidad de enmendar los errores que provocaron los últimos varapalos electores. Consciente del difícil contexto al que se enfrenta su formación, subrayó que «el nacionalismo no nació para resistir, sino para avanzar e impulsar cambios» , y lo presentó como una herramienta necesaria para la sociedad. «En las últimas negociaciones para formar Gobierno hemos visto cómo Galicia ha quedado reducida a un cero a la izquierda del debate político», concluyó la nacionalista. La Asamblea también refrendó la eliminación de la denominada «bicefalia» que no permitía que el portavoz nacional fuese también candidato a la presidencia de la Xunta, con lo que previsiblemente Pontón se irá posicionando en los próximos meses para encabezar la papeleta frentista.

Heridas abiertas

Los debates de la mañana sirvieron para volver a colocar el foco sobre las disputas internas de los nacionalistas. Las cuatro corrientes críticas con las tesis oficiales llegaron con un documento conjunto que no llegó a ser votado por no presentarse con arreglo a los estatutos. Solo dos páginas de propuestas , pero suficientes para atacar la línea de flotación del discurso mayoritario, desde la necesidad de remodelar la estructura del partido con la eliminación de las corrientes internas , hasta una nueva concepción de la estrategia electoral. Este último era el punto crítico del acuerdo, la gran disyuntiva de caminar hacia una disolución en la Marea o permanecer con el estandarte del nacionalismo erguido y dispuestos a caminar en solitario.

La elección fue la segunda, y pocos minutos después de la votación no tardaron en proliferar ganadores y perdedores para dar su versión de lo ocurrido de puertas hacia dentro. Especialmente crítico fue el exportavoz parlamentario Carlos Aymerich , que ya había amagado con marcharse del partido cuando salió de la Asamblea de Amio abrazado a Xosé Manuel Beiras . Parece que esta vez ha sido la definitiva y comentó que le habían «enseñado la puerta». «Tendremos que hacer nacionalismo desde otro sitio porque aquí no nos dejan trabajar», subrayó, y no ahorró ni un solo reproche a la formación. «Esto ya no es el BNG. Hay una mayoría legítima que sigue un camino con el que no puedo estar de acuerdo. Los únicos que están contentos con esto son los del PP», concluyó. Menos tajantes fueron las dos diputadas autonómicas de la vertiente crítica, Carme Adán y Tereixa Paz , que descartaron por el momento su salida, aunque se manifestaron con contundencia contra la decisión tomada. «El BNG no tiene un problema de personas, lo tiene de modelo de partido» , coincidieron en apuntar.

El adiós de Vence

La Asamblea empezó con la despedida de la portavocía nacional de Xavier Vence. Su postura próxima a los críticos provocó que el auditorio lo acogiese con frialdad y apenas arrancase unos tímidos aplausos en los momentos pretendidamente álgidos de su discurso. En sus palabras no faltaron referencias al siglo de historia nacionalista, los momentos críticos y las reconciliaciones como metáfora de la situación actual. Vence colocó el objetivo del «cambio de gobierno» y de la «derrota a la hegemonía del PP» por delante de la necesidad de mostrarse a la sociedad como soberanistas. Pero la militancia le demostraría horas más tarde que la debilidad de su liderazgo y el modesto seguimiento de sus postulados no eran una suposición malintencionada, sino una realidad que da fe de alguno de los motivos de su abandono de los mandos de la nave del nacionalismo gallego.

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