Una de las mercedarias que dejó el convento de Santiago llegó a ser la superiora

Las religiosas compostelanas niegan que tres de sus compañeras estuviesen retenidas

Dos de las mercedarias compostelanas, en una imagen de mayo Miguel Castaño

ABRAHAM COCO

Desde su clausura, las Mercedarias Descalzas de Santiago hablaron este viernes por primera vez desde que una juez las acusara hace una semana de tener retenidas a tres monjas de India contra su voluntad en el interior del convento. Sus antiguas compañeras se encuentran en Madrid después de que la instructora acudiera al monasterio y afirmaran querer abandonarlo. Pese a la gravedad de lo afirmado por la instructora, que hablaba de una vida de «casi esclavitud» y de un delito de detención ilegal, ninguna de ellas presentó denuncia.

Las siete religiosas que conforman hoy la comunidad se expresaron a través de una carta en la que exponen su modo de vida y en la que aseguran que una de las monjas que dejó el cenobio llegó a ser superiora en funciones durante un tiempo al ocupar el segundo puesto en responsabilidad, un cargo elegido «democráticamente por tres años» . Señalan que se ocupó también de atender a diario el torno, el lugar al que se acercan las visitas y que supone su principal contacto con el exterior. Ambos aspectos se suman a lo defendido desde la Archidiócesis compostelana: hace año y medio las monjas ahora supuestamente liberadas viajaron a su país de origen durante dos meses y regresaron después «libre y voluntariamente». Desde que saltó la polémica no han vuelto a producirse novedades, aunque el caso ha pasado a manos de otro juez, casualmente el mismo que investiga el accidente del Alvia.

«Estos hechos han producido gran perplejidad, dolor y consternación en el seno de nuestra comunidad» , escriben las Mercedarias gallegas. Sostienen que trabajan «para vivir» y que dedican «tiempo a la lectura y al estudio» dentro de una vida que resumen con dos palabras: «oración y fraternidad». «Intentamos dar respuesta al sufrimiento del mundo con nuestra oración, acogida y pequeños gestos solidarios orientados a la construcción de un mundo más digno y dichoso para todos».

Piden «respeto» y «verdad»

«Somos una pequeña comunidad universal, llena de alegría y variedad cultural» , celebran al seguir contando con monjas de tres nacionalidades: españolas, indias y mexicanas. «Apostamos por una vida en común, no sin esfuerzo constante, anunciando que podemos vivir juntas y unidas personas muy diferentes y durante mucho tiempo. La vida contemplativa tiene plena actualidad». Ante quienes «no comprendan el sentido de este género de vida y sus tradiciones y costumbres», piden «respeto», al igual que «verdad ante unas informaciones que no han reflejado correctamente los hechos acaecidos». En su despedida, dan las gracias a quienes las han respaldado, en especial al arzobispo de Santiago, Julián Barrio .

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