ENTREVISTA
Fernando García de Cortázar: «El sentido común se impondrá en Cataluña, pero el Estado tiene que estar más presente»
Autor prolífico sobre Historia de España, ofrece mañana y pasado en La Coruña dos conferencias sobre la belleza del país y su vínculo con la religión
En un momento histórico de la máxima trascendencia, el catedrático Fernando García de Cortázar (Bilbao, 1942), una de las voces más autorizadas en lo que a Historia de España se refiere –más de la mitad de los 75 libros que ha escrito así lo avalan–, ofrecerá mañana y el miércoles dos conferencias en La Coruña en las que reivindicará la belleza paisajística del país –en la primera– y analizará –en la segunda– el estrecho vínculo que este ha mantenido con la religión a lo largo de los siglos.
Se viven días que posiblemente marquen un episodio en la Historia de España. ¿Cómo concibe el país en un futuro no muy lejano?
Como historiador tengo que ser optimista. Creo que cualquier tiempo pasado fue peor y entiendo que los acontecimientos de Cataluña nos deben precipitar a una serie de conclusiones, como que no se puede dejar la educación en manos de los nacionalistas, que son los que manipulan la historia y se apoderan de las mentes de las jóvenes en pro de ese ideal violento de la construcción de su patria. El Estado, a su vez, tiene que hacerse más presente en Cataluña o en las regiones de vocación más nacionalista. Todo puede derivar si no en situaciones como la que estamos viendo.
¿Se ha perdido definitivamente a Cataluña o aún hay esperanzas?
A lo largo de la Historia hemos pasado momentos gravísimos, también allí. Creo que esta tendencia terminará por abortarse y el sentido común (el «seny») se impondrá. Ayudaría mucho, eso sí, la mejora de la situación económica, porque no hay que olvidar la crisis catalana nace de otra, que es la financiera y todo lo que ha supuesto.
Ha viajado por todo el país. ¿Sería capaz de quedarse con un sitio si tuviera que escoger?
En cuanto a belleza paisajística, me quedo con la desembocadura del Miño en A Guarda. La vista que se ve desde Santa Tecla siempre me sobrecoge. Como obra artística me emociona y me parece insuperable el Pórtico de la Gloria. Para vivir me gusta mucho Madrid, y, si no, Málaga o alguna zona templada de Galicia. Pero me siento cómodo en cualquier parte del territorio.
Quedémonos en Galicia. ¿Qué papel ha jugado en la configuración de España tal y como la conocemos hoy?
Creo que podría haber tenido un rol más importante en los siglos XIX y XX, pero aún hay mucho que esperar de su desarrollo industrial. Su gran aportación está probablemente en la Edad Media y en el final del Camino de Santiago, que es una de las rutas culturales y espiriturales más importantes que jamás ha existido.
«De todos los lugares que he visitado, me quedo con la desembocadura del Miño en A Guarda»
Vivió un tiempo en La Coruña, ¿qué le llevó allí?
Me trasladé en el año 2001, cuando Jaime Mayor nos recomendó abandonar inmediatamente el País Vasco por las amenazas de ETA. Elegí La Coruña porque mi mejor amigo jesuíta presidía el Centro Fonseca [donde tendrán lugar las conferencias], porque he tenido familia viviendo allí y porque me une una gran amistad con Paco Vázquez, su alcalde de entonces.
¿Qué es lo que más echa de menos de su estancia?
Siempre me ha gustado mucho el carácter gallego, esa especie de sentido común y resignación. Ese senequismo. Soy también un apasionado de la tortilla de patata de Betanzos, uno de mis platos favoritos como amante de la gastronomía sencilla que soy.
¿Qué es lo que más echa de menos de su estancia?
Siempre me ha gustado mucho el carácter gallego, esa especie de sentido común y resignación. Ese senequismo. Soy también un apasionado de la tortilla de patata de Betanzos, uno de mis platos favoritos como amante de la gastronomía sencilla que soy.
¿Cómo consigue uno escribir 75 libros, algunos de ellos la friolera de más de 1.000 páginas?
Tengo mucha capacidad de trabajo. No me tengo que encerrar para escribir, y me ha ayudado mucho el estar vinculado a la prensa desde hace más de 30 años. También tengo un claro sentido de la naturalidad y la actualidad y de que la Historia debe existir para ser leída y no para poblar los anaqueles de las universidades y las bibliotecas. Llevo más de 50 años escribiendo y lo hago todos los días del año, ocurra lo que ocurra. A los que nos definen como intelectuales nos tenemos que mojar y ser voz de los que no tienen voz.
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