Coronavirus Galicia
Residencias sin contagios, mayoría silenciosa en la crisis sociosanitaria
Más de la mitad de los 223 centros que operan en la Comunidad no han registrado ningún positivo hasta ahora
Sus responsables atribuyen gran parte de su situación a la «suerte», pero también al buen trabajo de todos
Pueden parecer la excepción, las «raras avis» en medio de la brutal sacudida que desde hace semanas sume a estas instituciones en el dolor, la incertidumbre y el desconcierto, pero lo cierto es que conforman paradójicamente más de la mitad de las mismas. Un total de 176 residencias de atención sociosanitaria de las 223 que operan en Galicia no han registrado por ahora un solo contagio por coronavirus . La mayoría (196) son de iniciativa privada, social, o concertada, concreta el Gobierno autonómico, y han acaparado, por tanto, el grosor de los centros afectados. En suma, 155 centros de esa índole no han detectado desde que el virus irrumpió en suelo gallego el 4 de marzo ningún positivo entre sus usuarios o trabajadores. En el caso de las públicas, solo 27 de las 223 totales lo son, y 21 de ellas permanecían hasta este jueves ajenas a la enfermedad, según datos facilitados por la Consellería de Política Social ese día.
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«La primera palabra que se me viene a la cabeza es suerte», responde Antón Brey, director de la residencia municipal de A Pobra do Caramiñal (La Coruña), cuando se le pregunta por la razón (o razones) que atribuye al hecho de que el centro que dirige haya conseguido esquivar la pandemia. «A ello habría que añadir una aplicación de los protocolos de actuación establecidos, y a que formamos parte de una comunidad en la que, hasta ahora, el virus no ha tenido la misma agresividad que en otras», añade. En las mismas coordenadas se mueve Patricia García, responsable de la residencia de ancianos de Burela (Lugo). «Hemos trabajado bien, y además hemos tenido la dosis de suerte necesaria ya que, como todos sabemos, el buen trabajo no es ninguna garantía absoluta en este caso. Por otra parte, la implicación desde el primer momento de todos los profesionales del centro también ha ayudado mucho; los ha habido que se han ofrecido a doblar turno o a asumir jornadas de trabajo de manera totalmente desinteresada», apostilla.
El ambiente que reina estos días en ellas, afirman todos los directores entrevistados para este reportaje, es de normalidad y sosiego sabiendo que las medidas de prevención han mantenido a raya al patógeno, si bien la preocupación y los temores entre los usuarios, como es lógico, no terminan de disiparse nunca. «Ellos observan que siguen recibiendo los mismos servicios; la rutina de las comidas y los menús no ha cambiado en absoluto y tampoco ellos han perdido el apetito, ven más la televisión y saben que donde mejor están es en la residencia. También la actitud tranquila de los trabajadores es algo que les transmite sensación de seguridad», explica Brey, que no obstante hace distinciones en los comportamientos adoptados por los residentes en las últimas semanas. «Los hay desde los que piden salir para ir al banco o al supermercado (cosa que no pueden) hasta el que se encierra en la habitación y no baja al comedor por temor a infectarse» , describe. Celia Iglesias, usuaria del centro desde hace 16 meses, no es una de ellas. «Estamos contentos de que el ‘bicho’ no haya entrado, pero claro que hablamos entre nosotros sobre el tema», cuenta a ABC esta mujer de 88 años, cantora del bingo residencial.
Contacto familiar
La relación y el contacto con las familias, explican desde los centros, está siendo fluido y exento de choques o sobresaltos. Ninguna ha tomado la drástica decisión de llevarse a sus mayores de los centros, y el flujo de información tanto sobre las novedades que puedan producirse como de la situación en ellas es prácticamente rutinaria. «No, no hemos tenido todavía ninguna petición [de retirada de usuarios], quizá porque no se sabía que este escenario se iba a prolongar tanto tiempo, o puede ser también que consideren que estando en el centro y tener éste la restricción absoluta de visitas se encuentran más protegidos del riesgo de contagio», apunta Pilar Herrero, directora de la residencia Volta do Castro, en Santiago de Compostela. Su exitosa situación es realmente digna de asombro y elogio a partes iguales: no ha registrado un solo positivo entre los 150 residentes y 144 empleados que pasan sus días en ella.
Todo ello, indica la responsable del centro, no hubiera sido posible sin las pautas de prevención adoptadas desde un primer momento. «Algunas de ellas –señala Herrero– se han traducido en la división en grupos de menor número de personas y el establecimiento de dos turnos de comidas, lo que obliga a una reorganización de horarios y programas que suponen una intensificación de trabajo para el personal. También se han suprimido, además de las visitas y las salidas a la calle, la presencia de profesionales externos que semanalmente acudían al centro para realizar actividades complementarias, como los talleres de memoria y canto o la celebración de la misa».
Gestión
Tres de los cuatro directores consultados para este reportaje coinciden en afirmar que, echando la vista hacia atrás, la gestión realizada para impedir la entrada del virus en las residencias podría haber sido susceptible de mejoras, por ejemplo en la rapidez de respuesta o en la coordinación entre departamentos. «Seguramente no todo ha sido perfecto y habrá algunas cosas que se podrían haber hecho mejor, pero estoy convencida de que no se han escatimado ni medios ni energía a la hora de preservar el bienestar y la salud de nuestros mayores y de todo el personal de nuestros centros», asevera Patricia García, de la residencia de Burela. «Quizás al principio eché en falta la certeza de que no nos faltarían EPIs y que se nos realizarían tanto a trabajadores como a usuarios los test que fueran necesarios para desempeñar nuestro trabajo con todas las medidas de protección y aislamiento. Por suerte, ahora puedo decir que esa incertidumbre se fue disipando, ya que se nos dotó de todos los recursos y nos hicieron recientemens los test PCR, resultando éstos negativos, por lo que a día de hoy trabajamos con confianza y tranquilidad», resalta por su parte María Sánchez, enfermera del centro lucense. La batalla está ahora mismo ganada, pero la guerra sigue su curso.