Las vidas tras la barra de un bar...

Bebidas, carnicería, pescadería, panadería, limpieza... son sólo parte de los sectores afectados por el cierre de la hostelería. «No es sólo la farándula. Mueve la economía»

Rubén lleva junto a su hermano Ángel el restaurante levantado por sus padres en Valdestillas F. BLANCO

Isabel Jimeno

«Jamás, jamás, jamás» en los 34 años de historia de negocio familiar habían vivido una situación «única y excepcional» como ésta. «Y mira que he vivido crisis», recuerda Rubén, quien ahora lleva junto a su hermano Ángel el restaurante levantado por sus padres en Valdestillas , Palacio de Banquetes Teodoro, y justo cuando el Covid-19 lo paralizó todo en marzo estaban a punto de encender sus fogones con una nueva aventura en Valladolid (Teodoro Hípica). El primer impacto, aunque duro, se pudo aguantar, y eso que supuso dejar «a cero la caja» a punto de arrancar la temporada fuerte de bodas, comuniones y eventos en los que están especializados. Tras un verano de cierto respiro, funcionando a medio gas en los ingresos, pero los gastos como si estuvieran al cien por cien y los que se han sumado para cumplir «escrupulosamente» las medidas higiénicas y de prevención, el nuevo parón de otoño ha sido un duro puyazo, apunta junto a él Cristina. Los ERTE que han tenido que aplicar y las fórmulas de otros años para las épocas de menor carga de trabajo no han sido suficientes... Y ha llegado el peor trago. «Nunca había despedido a nadie» y ya ha tenido que prescindir de la mitad de la plantilla.

«Era inviable». «No hemos bajado los sueldos ni cambiado condiciones, pero hasta donde se llega, se llega...», lamenta con pesar, consciente de que «hay otros que están peor que tú» . En el recuerdo siempre presente de todos los compañeros y «amigos» del sector y una mirada especial a los de «la noche, sin abrir desde marzo...», resopla. También, con la confianza de que en primavera «podamos recuperar a gente». «Sufres por todo», reconocen tras muchas noches de «insomnio» por la «incertidumbre» de cuánto durarían los cierres, de tener que prescindir de trabajadores, pérdidas contadas por miles de euros y cierto «desánimo» por el temor de que en febrero tengan que volver a cerrar. «Indigna que vamos a pagar los mismos», tras meses de «reinventarnos, adaptarnos» y en una «improvisación» continúan para seguir a flote y adaptarse a la cambiante normativa.

El 30% no ha abierto

Cerrar la hostelería no supone sólo dejar de oír el tintineo de las copas. Bebidas (agua, vino, cerveza, refrescos, licores, café...), pescadería, carnicería, frutas y hortalizas, pan, gestoría, lavandería, limpieza, floristería y decoración, servilletas, azucarillos... Y la lista no ha acabado. Es sólo parte de la larga nómina de proveedores tras la barra de un bar y que también han visto frenada su actividad. Llamadas y más llamadas para comunicar que el pedido habitual no hace falta. «Y esa gente también tiene que parar porque no tienen a quién distribuir», lamentan Rubén y Cristina.

Al otro lado, lo sabe muy bien y padece Javier García, gerente de Gregorio Díez, distribuidor de bebidas para hostelería en Valladolid y su alfoz. Los ERTE han sido desde marzo parte de su día a día . La actividad «está al 50 por ciento» respecto a 2019, en lo que va de año las ventas se han reducido un 40%, con meses «a cero», la comercialización de alcohol que «ha desaparecido» porque no hay ocio nocturno, uno de cada tres clientes a los que servían que ni siquiera han vuelto a abrir, a la vez que para ellos los costes también se han incrementado, pues piden menos, «al día», y con más frecuencia ante la incertidumbre. «Tratas de resistir lo que puedes», señala. Con el segundo cierre «las cuentas no empiezan a salir», saben que el primer trimestre de 2021 «va a ser negro» y la pena de que «no se es consciente» de lo que significa la hostelería. «Es como cerrar tres ‘renault’», ejemplifica. En los cien años de historia de la empresa «nunca» habían vivido algo así. «Si esto continúa, el sector desaparece», advierte.

«Es muy complicado cerrar de un día para otro», coincide con Rubén y Cristina. Parar no significa dejar de pagar. Sin ingresos, el bloque de gastos fijos «sigue engordando» : luz, agua, teléfono, impuestos, seguros sociales, riesgos laborales, gestoría... Echan en falta «ayudas directas». Hace unos días han recibido la resolución de la primera, solicitada en marzo. «No ha habido más que palos en las ruedas», se quejan de la falta de «humanidad» de decisiones «tomadas desde un despacho». «No ser realistas con lo que realmente pasa detrás de la barra de un bar». «No es sólo la farándula», el «salir a comer o cenar» o parte de un «estilo de vida» muy arraigado en España. «Esto es una rueda. Y una parte muy importante, para bien o para mal, que movemos la rueda», subrayan Rubén y Cristina. «Mueve la economía de muchas familias del país», advierten.

Es entre los «piñones» de la rueda donde han encontrado «más solidaridad». Gestoría que les ha reducido al 50% la factura, aplazamiento de pagos... «Profesionales, válidos, que sin tener culpa» son otras víctimas que se está cobrando el Covid-19. «Ilusión para tirar para adelante» es la fuerza que también mueve esa rueda. «Esperanza, toda. A peor no se puede ir. Peor es el cierre», señalan, conscientes de que en esta «guerra va a haber muchos caídos». Ya no serán los más de 30.000 negocios y 120.000 empleos directos que generaba el sector en Castilla y León.

La esperanza, en primavera

«Nunca» han pensado en tirar la toalla, conscientes de que si no tuvieran la dilatada trayectoria a sus espaldas «esta situación te podría». «Solamente por el orgullo» de seguir con el negocio levantado por sus padres, miran al futuro. «No puede poder con nosotros». Ya están pensando en la próxima temporada de comuniones y bodas y poder así olvidar este año en el que han dado «un diez por ciento» de eventos de lo habitual. Con «menos gente y más gastos», precisan. Con el stock de bebidas acumulado han tenido suficiente, así que nada de encargar esos «cuatro palés» de vino tinto, blanco, cava... No han contratado extras que tienen en esos trabajos unos ingresos claves para subsistir, ni castillo hinchable, ni monitores infantiles, ni Dj... «Toda esa gente alrededor que también ha parado», recuerdan.

«No sé si optimistas, cabezotas o tercos», se sienten convencidos de que la actividad «tiene que volver» y encaran 2021 «con toda la ilusión, ganas y fuerzas que nos queden» desde una Navidad que dibuja una realidad que supone una «diferencia abismal» con otras Pascuas: al 20%

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