Educación

Universidad de la Experiencia: un soplo de conocimiento y vida

Los alumnos del programa vuelven a sus clases presenciales, ilusionados por el reencuentro con el aprendizaje y los amigos que encontraron en él

Alumnos y profesores de la Universidad de la Experiencia en Guardo (Palencia) ABC

Cristina Rosado

A Carlos, las clases de la Universidad de la Experiencia le han afianzado su interés por la literatura y ha escrito dos libros. A su compañera de clase en Guardo (Palencia) Aurelia Nevado, nunca se le ocurrió que pudiera llegar a interesarle el tema de los topillos como para verse buscando información sobre ello. Son dos ejemplos de las inquietudes y el afán de aprender que tienen los alumnos que acuden cada curso a este programa dependiente de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades de la Junta de Castilla y León, en colaboración con las universidades públicas y privadas de la Comunidad (a excepción de la Universidad online Isabel I).

Desde 1993, en que arrancó en la Universidad Pontificia de Salamanca -siendo pionero en España-, hasta hoy, miles de alumnos han pasado por él en un continuo crecimiento solo truncado por la pandemia los dos cursos pasados. Si en el curso 2016-2017 tenía 4.900 alumnos, en el curso 2019-2020, el de inicio de la pandemia, esa cifra ascendía a más de 5.500. Pero el curso pasado, el 2020-2021 -en el que las clases solo fueron en línea con sesiones que compartían las 27 sedes-, el número de estudiantes se situaba en 1.762. A la espera de que finalice la matriculación en la Universidad de Valladolid (que por motivos de organización de espacios que garanticen la seguridad frente al Covid-19 retrasará el inicio de curso al 25 de noviembre) , por el momento hay ya unos 3.200 matriculados.

Los objetivos son el acercamiento de los mayores de 55 años a las aulas universitarias y al conocimiento (a la cultura y la ciencia) y favorecer el aprendizaje, promover el intercambio de relaciones y la socialización para mitigar la soledad que pueden sufrir los mayores, además de la igualdad de oportunidades en el medio rural.

Más que viajes

El director general de Personas Mayores, Personas con Discapacidad y Atención a la Dependencia de la Junta, Pablo Rodríguez, explica que una de las bases que inspiran el programa, enmarcado «en el Club de los 60», pero que es «mucho más que viajes», es favorecer «el envejecimiento activo» de la población, en un momento como el actual en el que este «abarca una franja muy amplia» de población debido al aumento de la esperanza de vida.

Los mayores de hoy, por otro lado, tienen otras inquietudes que los de hace décadas y llegan a estas aulas en su mayoría «con estudios de Bachillerato y superiores , habiendo tenido mejores trabajos y con unas expectativas de estudios, ocio, etc., también más amplias», según Rodríguez, que por ello asegura que es «un programa muy vivo y en continua evolución». Además, la mayoría (un 70%) son mujeres y cerca del 80% están entre los 55 y los 70 años.

El programa depende de la Consejería de Familia, con una financiación este curso de 255.000 euros

Rodríguez valora la relevancia de este programa para evitar la dependencia de las personas, «porque cuando la mente está activa, se retrasan los deterioros cognitivos» y también alude a que la Consejería ha pretendido la «igualdad de oportunidades» del medio rural con el urbano, por lo que este año, además de las clases presenciales, el programa cuenta con una modalidad online interactiva dirigida a los mayores de 55 años que viven en poblaciones rurales en las que el número de alumnos interesados en el programa es inferior al requerido para constituir un aula con profesor presencial, de modo que siguen las clases en locales que ceden los ayuntamientos, con todos los medios telemáticos para que puedan atender la clase del docente en directo a través de internet. «Lo fácil hubiera sido que esas clases las recibieran desde sus casas, pero el objetivo es que se relacionen y nos interesa la socialización y que sean actividades compartidas», apunta Rodríguez.

El plan de estudios tiene tres cursos, pero el interés de los estudiantes que lo finalizaban hizo que se crearan itinerarios (hay 9, de la ciencias puras y aplicadas, al arte, las ciencias sociales, la lengua y la literatura o las humanidades) para que los estudiantes pudieran seguir conectados a esta formación a lo largo de la vida.

Dimensión humana

Como señala Sara Molpeceres, la responsable del programa en la Universidad de Valladolid , «cada año tenemos más alumnos», pese a que la pandemia haya hecho mella por la interrupción de las clases presenciales que ahora se retoman: «La transmisión del conocimiento es el corazón, pero no estaba el contacto físico, la dimensión humana, que también es parte del programa», y la posibilidad que le da a los alumnos de relacionarse dentro y fuera de las aulas. Molpeceres, profesora de Teoría de la Literatura y Literatura comparada en la UVA, señala al respecto que el año pasado tenían un «chat» y en él «decían que les parecía muy interesante todo, que la plataforma funcionaba muy bien, pero que echaban de menos el contacto», como ir a la cafetería después de clase y charlar entre ellos.

Su compañera Cristina García Cuesta, profesora de Historia del Arte en la UVA y coordinadora del programa en Guardo (Palencia) es muy gráfica cuando expresa el sentir de los alumnos a los que la pandemia de Covid les quitó sus salidas semanales para ir clase: «Me dicen que esto es el mejor médico, que les quita el dolor de rodilla, de la cabeza, que es mejor que estar solo en casa pensando porque les obliga a salir dos o tres días a la semana», un aspecto especialmente relevante en entornos rurales en los que las actividades culturales no son tantas como en las ciudades.

Respecto a la respuesta y la participación de los alumnos en clase, García Cuesta manifiesta que es muy activa porque «preparas mucho material para las sesiones, pero termina sobrándote, ya que salen muchos temas, los estudiantes proponen cosas, comentan; es un grupo encantador; no hay día que no baje encantada de Guardo a Palencia». Para esta docente, la experiencia del programa no es comparable a la de sus clases con alumnos jóvenes, «por cómo te valoran, por la calidad humana que hay, porque los mayores se desviven por todo». «Dicen que esto les da vida», concluye.

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Carlos Vecilla: «Lo mejor es el placer de aprender y las nuevas experiencias»

Arquitecto técnico burgalés jubilado de 74 años, Carlos Vecilla se sumó a estas clases «porque se despierta el placer de aprender, de tener nuevas experiencias», además de poder mantener la relación con la gente, una vinculación que la jubilación de su puesto de trabajo en el Ayuntamiento de Guardo le hubiera mermado.

Sus inquietudes por la literatura se han reforzado en este programa y ha llegado a escribir dos libros: uno sobre la construcción de la Encomienda Templaria de Villalcázar de Sirga (Palencia), donde vivió de pequeño, y otro dedicado a unos jóvenes escandinavos que realizan el Camino de Santiago. Siempre tuvo afán de aprender e inquietudes por el conocimiento. Lo demuestra la anécdota que cuenta sobre cómo llegó a crear un programa de cálculo de mediciones y presupuestos junto a un profesor, «una de las cuestiones más arduas» en su trabajo. Justo cuando lo habían terminado apareció un amigo para mostrarles un programa nuevo de ese tipo: «Nos dijimos ¡vaya!, hemos inventado la pólvora cuando ya estaba inventada», ríe.

Vecilla afirma que «pediría que este programa siguiera todo el tiempo que fuera posible» por las oportunidades de aprender que les brinda. Rememora sus años de trabajo en Madrid y luego en Guardo, pero asegura que ahora ya jubilado, «hay que estar ocupado». También bromea con que ahora que puede tener tiempo libre, lo emplea en los estudios y «casi no tengo tiempo para nada». Sigue ilusionado con volver a clase y reencontrarse con sus compañeros.

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Aurelia Nevado: «Este mundo es tan amplio que tengo la sensación de que cada vez sé menos»

Aurelia Nevado es maestra de religión en los colegios públicos Vegarredonda y Las Rozas de Guardo y, a sus 64 años, también acude a clases en la Universidad de la Experiencia y hasta preside la asociación de alumnos de este programa en la localidad palentina. Dice que se alegra «muchísimo, muchísimo» porque «me gusta mucho aprender y tengo la sensación de que cada vez sé menos. Piensas que este mundo es tan amplio y que, madre mía, lo que me queda por aprender en esta vida...». Tanto es así, que relata un tanto divertida que «siempre recuerdo que jamás se me hubiera ocurrido buscar más información sobre un tema como los topillos» y lo ha hecho. Porque para ella, una de las claves de esta oportunidad que le ofrece la vida es «que tienes tres días a la semana que vas a ir a clase, vas a aprender, que luego vuelves a casa contenta para buscar más información» y que «esto te enriquece y te da pie a tener otra visión y otros temas de conversación, ya sea sobre los glaciares, el arte» y hasta los topillos. Para ella, es importante «la variedad de temas» que se abordan y «mantenerse activo» y alaba el trabajo de los profesores: «Son profesores cualificados que vienen desde Palencia, a 100 kilómetros, por las tardes en invierno, con lluvia, nieve, pero con mucha ilusión y se van encantados, porque suelen repetir».

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