Sociedad

«La Universidad de la Experiencia fue una salvación»

El programa cumple ahora su vigésimo quinto aniversario con 63.000 participantes mayores de 55 años en busca de enriquecer su conocimiento y mantenerse activos

Los participantes de la Universidad de la Experiencia en la Facultad de Educación de Valladolid F. HERAS

M. ANTOLÍN

Son las seis de la tarde y en un aula de la Facultad de Educación de la Universidad de Valladolid están a punto de comenzar las clases. La profesora se dispone a iniciar la sesión ante unos sesenta alumnos que, a priori, no son los que habitualmente suelen llenar ese espacio. Todos ellos tienen más de 55 años y llegan con las mismas ganas o más por aprender y conocer. Son participantes del programa interuniversitario de la experiencia , una iniciativa que desarrollan conjuntamente las universidades de la región junto a la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades de Castilla y León, y que facilita a estas personas poder acceder a una formación específica impartida por profesores de las instituciones docentes. Aunque no les permite obtener un título de grado, sí les brinda la oportunidad de ampliar su saber, mantenerse activos y, sobre todo, relacionarse con otras personas de su edad.

Siete años llevan ya Evangelina y Carmen, de 76 y 79 años , participando en el programa más conocido como la Universidad de la Experiencia. Ambas son viudas y, en concreto, para la segunda, fue «una salvación» porque consiguió sacarla de un periodo de angustia y soledad tras quedarse sin su marido y trasladarse de la localidad vallisoletana de Serrada a la capital junto a sus hijos. Precisamente, fue uno de ellos, al igual que en el caso de su compañera, el que dio el paso y matriculó a su madre.

Tanto se ha implicado Carmen en el programa que lleva varios años como delegada de clase. «Los contenidos son muy buenos, muy completos y adaptados a nosotros» , explican las dos alumnas, que destacan que son también fundamentales las relaciones sociales que allí se establecen. «Desde el primer día, nos hicimos amigas y ahora hacemos viajes y muchas actividades juntas», explican. La programación incluye también visitas culturales para observar «in situ» los contenidos aprendidos.

Se sienten universitarias -tienen una tarjeta que así lo acredita- hasta tal punto que acuden a seminarios y también a algunas clases como oyentes en la Facultad de Filosofía y Letras. Rara vez estos alumnos se saltan las clases. Aunque no tienen exámenes, ni los profesores son excesivamente exigentes, los participantes «tienen mucho interés por aprender , hacen muchas preguntas y la experiencia para los profesores es muy gratificante», explica Patricia, la encargada de impartir la asignatura de Economía en Valladolid. Habla a los estudiantes de conceptos como el PIB o los ciclos económicos e, incluso, explica en su clase qué es el «bitcoin», una moneda virtual.

La Universidad de la Experiencia echó a andar en 1993 con la suma de esfuerzos de la Junta y la Universidad Pontificia de Salamanca. Diez años más tarde, decidieron sumarse todas las universidades públicas y privadas de la región, de forma que se amplió a las capitales y a otros municipios hasta llegar a las 27 sedes que tiene actualmente . Lo cierto es que desde su puesta en marcha el alumnado no ha dejado de crecer. El curso pasado, 4.721 personas participaron, con Salamanca como la provincia en la que se registraron más inscritos: 1.261.

Una alumna de 95 años

Psicología, Historia, Ciencia y Tecnología, Arte, Literatura y Derecho son las asignaturas obligatorias que deben ver todos los alumnos a lo largo de los tres cursos -dos en cada uno de ellos- que dura el programa. Además, en cada uno de los ciclos se elige un itinerario -similar a una materia optativa-, entre los que se encuentran el de Ciencias, Humanidades, Geografía, Cultura, Ciencia y Sociedad o El conocimiento ante desafíos emergentes, entre otros. En total son nueve, y los alumnos que ya han superado los tres cursos obligatorios con un total de 80 horas por ciclo pueden seguir ligados a esta actividad matriculándose únicamente en esas materias optativas, como es el caso de Carmen y Evangelina.

Tradicionalmente, han sido más mujeres que hombres -un 75 por ciento frente a un 25-, según los datos aportados por la Consejería de Familia. Por edades, cerca del 79 por ciento se encuentra en la franja de entre los 55 y los 69 años . El alumno de mayor edad que se ha matriculado en Primero tiene 87 años y de los que ya han obtenido su diploma y continúan vinculados a través de las materias optativas hay una alumna que ha cumplido ya los 95 años. La mitad de los asistentes cuentan con formación de Bachillerato, diplomaturas y licenciaturas y más del 60 por ciento están ya jubilados o prejubilados. Todos ellos demuestran que no hay edad para seguir aprendiendo.

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