Desescalada

«Y el achuchón, ¿para cuándo?»

Después de tres largos meses sin tener cerca a la familia, algunos mayores de las residencias de Castilla y León han comenzado a tener visitas recibidas entre lágrimas e incredulidad

Seve recibió las felicitaciones de su familia en su 96 cumpleaños ABC

MONSE SERRADOR

Ha sido demasiado tiempo. Tres largos meses sin tener cerca a la familia, con la que el único contacto ha sido a través del teléfono o la tablet. Por eso, no es de extrañar que cuando Josefa consiguió ayer tener enfrente a su hijo José Luis quisiera mostrárselo a sus compañeros como el mejor de los trofeos sin dejar de narrar las bondades de su primogénito: «Mirad, ¡es mi hijo!», repitió orgullosa.

Fue el primer día en el que la residencia Tierra de Pinares , situada en la localidad vallisoletana de Portillo, recibió visitas. Tres de sus 37 residentes fueron los afortunados en una primera jornada de apertura a la que se pudo llegar gracias a que, además de no haber tenido ningún contagiado por Covid-19, se trata de un centro pequeño en el que ha sido posible organizar todo el dispositivo necesario para el protocolo de seguridad. Así que tres de los inquilinos recibieron su primera visita desde el mes de marzo. No se lo esperaban porque sus cuidadores habían preferido no informar, no fuese a ocurrir que, por cualquier imprevisto, al final no fuese posible y la decepción hubiera sido terrible. Así que Josefa no salía de su asombro cuando vio a su hijo, al que sometió a un auténtico «tercer grado» para saber de su nuera, sus nietos, su casa... Lástima que la distancia de seguridad, que una valla garantiza que se cumple, hizo imposible el achuchón. «¿Para cuando el abrazo?», pregunta, pero sospecha que, de momento, tendrá que esperar y deberá conformarse con la sorpresa que, por inesperada, ha sido mucha.

También Seve tuvo regalo, aunque por partida doble porque además de ver a su familia pudo escuchar cómo le cantaban el «cumpleaños feliz». La apertura de la residencia coincidió con su 96 cumpleaños así que sus sobrinos se acercaron hasta el centro para, desde la distancia, poder agasajar a su tía con su presencia. Qué pena de valla, contra la que Seve luchó durante media hora para retirarla y acabar con la distancia que la separaba de sus seres queridos. La felicidad también llegó a Julia, de 98 años, que pudo estar más cerca de su hijo. Junto con Josefa y Seve, fueron las primeros en la residencia Tierra de Pinares en disfrutar de la apertura del centro. «Qué hacéis aquí?», «¿Cómo os han dejado?», preguntaron incrédulos a sus familiares cuando les tuvieron cerca. «Les hemos mentalizado tanto de lo que estaba pasando y de que no podía haber visitas que les ha sorprendido verlos», señaló la directora del centro, Marta Laherrán, quien destacó la «revolución» que se produjo estos días entre los familiares al saber que ya se permitían las visitas. Desde entonces, se han ido dando las citas, a razón de seis al día, aunque para el fin de semana se incrementarán.

Seve disfrutó por partida doble: cumplió 96 años y su familia le cantó el «cumpleaños feliz»

Son pocas las residencias de la comunidad que ayer pudieron abrir sus puertas. La modificación del plan de desescalada con el consiguiente protocolo no llegó hasta la tarde del viernes así que la mayoría -sólo pueden abrir las que no tienen positivos por Covid activos- está aún preparando sus instalaciones para empezar a recibir visitas. De momento, de los 25 centros de titularidad autonómica, sólo una decena lo hicieron ayer.

Los gerentes, asustados

Una medida de desescalada que se afronta entre los responsables de los centros de mayores como cierto miedo, según reconocieron a ABC algunos gerentes. Así lo apuntó Eva Sampietro, responsable de la residencia Santa Teresita de La Cistérniga (Valladolid) que también ayer comenzó a recibir a las familias que ya hace días que ven a los residentes a través de «la verja del amor» que limita el centro. Por eso, ya sabe que hasta ahora todo el mundo se ha comportado con responsabilidad pero confiesa que existe temor a un virus que hasta ahora han conseguido mantener a raya, ya que no han tenido ningún caso.

En la residencia Gerohotel, de Laguna de Duero, donde tampoco ha habido contagiados de Covid-19 , y que hoy recibirá a las primeras familias, su directora Silvia Ramón asegura que «estamos preparados porque muchas de las medidas ya las tomábamos» pero confiesa que «nos da miedo empezar con las visitas». También el responsable de Lacort Viana, José María Delgado, centro que este martes abrirá sus puestas, confiesa que hay una sensación de «inseguridad, como cuando sales de casa por primera vez después del confinamiento». «Hemos protegido durante tres meses a los abuelos y ahora se abren las puertas», señaló, por lo que es algo que «asusta», aunque las familias ya han demostrado mucha responsabilidad y los mayores «están muy contentos».

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