Coronavirus / En primera línea
«Hacíamos cochinillo pero ahora no lo quiere nadie. La restauración está cerrada»
El ganadero César Escribano ha tenido que reorientar su producción debido a la crisis del coronavirus sin saber todavía si eso les permitirá dar salida a los animales de la granja
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La suya es una granja de bioseguridad, por lo que ya están acostumbrados a ciertas medidas como el uso de mascarillas y guantes para recibir el producto que llega de fuera. A ellos, el estado de alarma por el coronavirus y las restricciones de actividad y movimientos no les afectan en su jornada. «De momento, estamos trabajando todos los días, porque es lo que tienen los animales, que comen todos los días», explica César Escribano, al frente de una explotación de ganado porcino en Aldea Real (Segovia).
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Pero el impacto del Covid-19 es otro. El «problema más grave» se lo encuentran al dar salida a su producto. «Hacemos cochinillo de Segovia Marca de Garantía, que ahora no cotiza en lonja. No lo quiere nadie porque nuestro mercado es el de la restauración, y está cerrada», explica.
Reorientar la producción
Así que han tenido que reorientar su producción, pero sin saber ni siquiera si eso les permitirá dar salida a los animales de su granja. De los cochinillos de unos seis kilos y entre 21 y 28 días, a «animales de vida» que deben alcanzar entre 20 y 22 kilos, pero «que cuando haya que vender no sabemos qué pasará». «Si se consigue vender... vale», señala intentando ser optimista, pero sabiendo ya que su precio «ha bajado ya una barbaridad» y la duda siempre sobre la cabeza «de si te van a querer el producto». A lo que hay que añadir los mayores costes que les supone mantener más tiempo a los animales en la granja, por ejemplo, en pienso, y sin saber «si lo vamos a recuperar». «Esperemos que el mercado no se sature», apunta.
Mientras, en la granja continúan trabajando como siempre, aunque con algunas adaptaciones de horarios para varios trabajadores que tienen que quedarse con sus hijos, pues no tienen clases. En el día a día, cada uno continúa con su labor y «apenas estamos juntos», lo que facilita adaptarse al distanciamiento social.