José Gabriel Antuñano - El callejón del gato
Cervantes, un bochorno
«El aniversario se preparó tarde, mal y con precipitación, sin los necesarios dos años de antelación que requiere todo evento cultural de magnitud»
En el cuarto Centenario de la muerte de Cervantes «Del Rey abajo ninguno» (Rojas Zorrilla) ha estado a la altura. El aniversario se preparó tarde, mal y con precipitación, sin los necesarios dos años de antelación que requiere todo evento cultural de magnitud. El ensimismamiento del anterior secretario general de Cultura, el habitual despiste del Instituto Cervantes, el inveterado desinterés de los populares en materia cultural, cada vez más imitado por los restantes partidos y superado por los ágrafos podemitas (homenajearían antes a los analfabetos populistas coetáneos de Cervantes que al escritor), y la dejación de la Corona redujo la celebración a unas bien intencionadas acciones de algunos organismos, de unas pocas universidades y de personas singulares y voluntaristas. Se programó con escasez de recursos (y premura en incentivos fiscales para empresas), tarde y mal. Sin confianza en que la Cultura y Cervantes contribuyen a mejorar el PIB y sino que se lo pregunten a los ingleses que han difundido la lengua y la cultura inglesas, con réditos económicos, en este año también de Shakespeare.
La guinda del bochorno cervantino: la clausura del año, presidida por Felipe VI, al que asistieron todos los políticos con deseos fotográficos, que se celebró con complejo de culpa y «a hurtadillas». La fiesta, otra vez, se organizó con prisas (pocos días antes, los artistas preparaban un no sé qué para el acto cervantino) y en consecuencia resultó plúmbea. Pero el agravante fue la falta de confianza, demostrada por la elección de la hora matutina, más propia de un acto clandestino que de reconocimiento a una figura señera, aunque sea un escritor que no practicaba un deporte, ni se postulaba para ejercer de político.
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