Bienvenido Mr. Sánchez

A Pedro Sánchez, en Valladolid, el alcalde lo espera como Pepe Isbert esperaba a los americanos en Villar del Río. Y le pondrán megafonía en los exteriores del mitin, que más que un mitin quisiera ser concierto de los Rolling Stones.

Sánchez, como los Rolling, se dedica a montar estos fastos multitudinarios, cada cual con sus posibilidades, para demostrar que sigue vivo -lo mismo en Castilla que en Castellón-. O para demostrárselo a sí mismo más que al resto. Porque cuando una idea se repite mil veces ocurre que se duda y hay que pellizcar para asegurarse de que no tienen razón los que certifican que está muerto y han dejado encargada ya la esquela.

Del mitin del sábado, conforme se acerca y se escuchan declaraciones de unos y otros confirman su asistencia, cualquiera diría que más que venir un muerto en aras de resucitar llegasen los americanos del Plan Marshall como entonces. «Nosotros somos de quien resucite primero», parece pensar Tudanca. Aunque confirma que irá mañana a ver a Sánchez, haría lo mismo si viniera a pasearse Susana. Con Patxi lo hará en Burgos. Mañana al mediodía, entre banderolas del PSOE, podría subir al escenario al son de: te «recibimos con alegría».

El madrileño se ha quedado sin Errejón en Podemos, que era con quien se entendía según él. Aunque lo primero debería ser avenirse consigo mismo y con los suyos. Pero si por algún casual, contra gestora y susanistas, a Sánchez le da por revivir políticamente se recordará el acto de mañana como el milagro del «milenio». Más por la Cúpula que por otra cosa. Pero suena épico. Ahí lo dejo.

Y habrá domingo y lunes después de Pedro en Valladolid. A Óscar Puente, puestos, hay que reconocerle esta persistencia suya en apoyar a Sánchez tozudamente. Porque como recordaba el narrador de «Bienvenido Mr. Marshall»: «Un hombre sueña mirando al cielo… Porque en definitiva quién es el que no cree en los Reyes Magos».