Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos
Palabra de Herrera
El presidente de Castilla y León suele ser portador de todos esos recados que escuecen a los que mandan en el partido
Cuando Juan Vicente Herrera va a Madrid en Génova 13 esconden los espejos. El presidente de Castilla y León suele ser portador de todos esos recados que escuecen a los que mandan en el partido. Será por eso que a Madrid no va mucho y no les gusta en Madrid que vaya. Aunque haya ocasiones que a Rajoy no le quede otra que «someter el documento a la aprobación del comité ejecutivo» del PP.
Que España lleve sin gobierno desde el año pasado es una broma de mal gusto. Casi tanto como que ahora les entre las prisas para convocar el debate de investidura para el próximo 30 de agosto. Sería una buena noticia de no ser porque si Rajoy no sale presidente de esta habrá que ir a votar el 25 de diciembre. Una estrategia muy Marianista la de colocar la presión en el tejado de enfrente. Esta técnica de Arriola de convertir a Sánchez en el Grinch para esta Navidad. En ocasiones a Rajoy también le toca escucha a los demás y somerlo a los suyos –a los suyos manda mases, porque en el PP toda las decisiones democráticas que bajen de los terratenientes regionales ya no gustan– lo de «negociar» con Albert Rivera. Y le dieron pompa y boato como si aquello fuera la decisión más compleja y allí terminaran sus problemas para formar gobierno.
En la reunión, cuando le llegó el turno a Herrera, volvieron a chirriar las costuras apretadas del partido. Vino a ser el castellano y leonés más de Ciudadanos que Rivera y propuso a parte de la limitación de los cargos públicos, la de cargos orgánicos en los partidos. Herrera es un adelantado a su tiempo. Ya pactó en las anteriores elecciones autonómicas con los de Rivera para poder ser presidente autonómico. Ya en el año 2015 atisbó discretamente lo que definió como una «saludable la limitación de mandatos de los cargos públicos». «Se lo dice quien lleva catorce años», dijo entonces. Ahora quince.
Verlo lo vio. Llevarlo a cabo dicen que hay que empezar por uno mismo. También lo dijo él entonces. Pero Herrera quizá lo hubiera dejado hace tiempo y se habría vuelto a su Burgos monacal y gótico. Que eso nadie lo duda. Pero en el PP le presionan y ser presidente autonómico, a fin de cuentas, tampoco está tan mal.