«Era inaudito que Adolfito estuviera en la calle»

Los vecinos de Guadamur duermen la primera noche con el presunto ladrón de crucifijos entre rejas

Adolfo Vega Matamala

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«¡Está aquí el Adolfito!». Era la frase que, en voz baja, circulaba por Guadamur cada vez que Adolfo Vega Matamala , de 38 años y un amplio historial delictivo, pisaba este pueblo toledano de unos 2.000 habitantes. «Sabíamos que, cuando él venía, comenzaba a haber robos», cuentan sus vecinos sobre el presunto ladrón de crucifijos, que la Guardia Civil apresó esta semana junto con su compañera sentimental. Además, los investigadores arrestaron a las tres receptadoras de Humanes (Madrid) que les compraban las piezas religiosas sustraídas, de las que se ha recuperado más de dos toneladas.

Muchos de esos vecinos no saben que Adolfo y su compañera, acusados de robar más de 450.000 euros de material desde febrero , han dormido entre rejas esta pasada noche. Un juez de Toledo los envió a prisión acusados de ser los presuntos autores de un delito de robo con fuerza continuado, agravado por «notoria importancia» .

«Era inaudito que estuviera en la calle», se dice en los corrillos de Guadamur, donde rememoran que el hijo de Adolfo y María del Mar llegó a ser detenido por la sustracción de ordenadores del colegio hace unos años. También por el robo de palomas para campeonatos de tiro al pichón. «Es un reconocido delincuente» , afirman sin ambages de Adolfo, que trabajaba de día en una explotación de cabras situada a 200 metros del cementerio.

Llevaron cargamento el día de la detención

Cuando sustrajeron los crucifijos del camposanto en abril, varios vecinos ya centraron sus miradas en Adolfo, que había regresado al pueblo hacía poco tiempo. Vivía en la casa de sus padres, en el número 4 de la calle Costanilla de la Natividad. En el patio de esta vivienda con piscina, la Guardia Civil halló el miércoles unas 100 imágenes ornamentales, principalmente de bronce, con un peso aproximado de una tonelada y media. De ellas, 70 estaban cortadas en el patio y dispuestas para ser vendidas.

A 76 kilómetros de allí, en un centro de recuperación de chatarra en Humanes, la compañera sentimental de Adolfo había depositado ese mismo día un cargamento de material para su venta. Después, los investigadores encontraron en esas instalaciones numerosas piezas de figuras ornamentales que los delincuentes habían cortado con una radial para facilitar su transporte y ocultación. En total, 700 kilogramos.

Con la oleada de robos - Argés, Orgaz, Mora, Cobisa Noez o Las Ventas con Peña Aguilera , entre otros municipios-, los vecinos de Guadamur lamentaron en las redes sociales la falta de guardias civiles en el cuartel de Polán, del que depende el pueblo conocido por el tesoro de Guarrazar. Tal es la carencia de agentes -sólo hay dos- que su alcaldesa, Sagrario Gutiérrez, ha llegado a escribir una carta para pedir que se reponga personal. «Pero es que no hay», dice la regidora.

Ahora, con Adolfo Vega Matamala y su compañera entre rejas gracias a la Operación Crucix, los habitantes de Guadamur se han lanzado a las redes sociales, según la alcaldesa, para alabar este trabajo de la Guardia Civil. « Me he alegrado bastante ya que la gente está muy dolida porque es un tema que llega al corazón . Dentro de lo malo, la gente está satisfecha de que las fuerzas de orden público han hecho lo que siempre hacen: cumplir con su obligación», ha afirmado a ABC Emilio Bravo, alcalde de Mora, de cuyo cementerio Adolfo y su compañera sentimental se llevaron en noviembre, presuntamente, 88 crucifijos.

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