Toledo
«Lo fácil es cerrar, pero abriendo ayudo a que la gente esté informada»
Ana María Torrejón Vaquero, quiosquera. Lleva 40 años al frente del único kiosko que permanece abierto en el Casco histórico de Toledo
Ana María Torrejón (Talavera de la Reina, 1950), más conocida como Mari entre su numerosa clientela, se resguarda tras un montón de revistas, periódicos y chucherías en una fría mañana de abril. Es la cara visible del único quiosco callejero que permanece abierto en la desierta plaza de Zocodover, desde que se decretó el estado de alarma por el Covid-19 . Es posible que los más de 10.000 habitantes que tiene el Casco histórico de Toledo se queden sin la lectura de periódicos porque Mari anuncia un posible «parón» en su negocio.
Mari, que lleva 40 años vendiendo periódicos, habla de las sensaciones que vive al ver las calles desiertas, de ese silencio y esa sensación de soledad. «Es lo que llevo peor. Desde las siete y media de la mañana, cuando abro y organizo la prensa, las horas se me hacen eternas», sentencia sin levantar la mirada de una factura.
«En dos o tres meses seguro que estamos recuperados», afirma mientras mira de reojo cómo se despliega la UME en Zocodover. «No puedo evitar sentir miedo. Tengo que cuidar mi salud, los años pesan», remarca.
Reconoce que pasa las horas muertas leyendo y ordenando. Pero también sus pensamientos la llevan a visualizar el panorama no muy halagüeño que le espera a su familia. Tiene cinco hijos (cuatro chicas y un chico), de los cuales dos están en el paro. «Prefiero no echar cuentas de lo que vendo a diario porque entonces no se justifica estar aquí», se lamenta la veterana quiosquera.
«Tenemos que dar servicio de información. Solo faltaría que con la que está cayendo los ciudadanos no puedan leer las noticias. Voy a intentar mantener abierto el chiringuito, pero estar aquí, sola junto al mendigo y los policías, me angustia». Además, insiste en que las facturas llegan y hay que hacer frente a esos pagos.
Mari es una de las últimas supervivientes de una saga de quiosqueros de Toledo. Comenzó en el negocio junto a su exmarido, tras dejarlo su suegro, quien vio la oportunidad de ganarse la vida vendiendo la prensa de la época.
Su suegro los vendía debajo de los soportales. Luego, en uno de los quioscos que estaba emplazado junto a las antiguas cabinas de teléfono. El que regenta ella actuamente se lo cambió el Consorcio de Toledo. «Desde que lo abrí está todo a mi nombre. Nadie me ha ayudado y he tenido que tirar para adelante con mis hijos», rememora.
Sin cerrar un solo día
En este tiempo de desasosiego, recuerda, no ha dejado de abrir su quiosco ni un solo día y ha conocido a mucha gente que ahora considera amigos, como Alba, una vecina del casco con la que charlaba a diario. Después, por la tarde, solían ir juntas a tomar un café para terminar la jornada. Ahora, ella no está ni tampoco sus clientes más veteranos.
Sabe que al cerrar el quiosco , los habitantes del casco se quedarán sin la prensa diaria, en un tiempo marcado por el pesimismo y la incertidumbre. Ella es la única que se mantiene en este negocio en la parte vieja de Toledo. Es por ello que aprovecha para recordar todos los establecimientos que han cerrado: el de la Plaza Mayor, el Centro de Periódicos, Hojablanca, Pareja, Merche y en Santo Tomé. «Todos han desaparecido», afirma. Por eso, Mari demuestra que, ante la adversidad, hay que ser valiente y, sin rechazar un cierre parcial, seguirá abriendo, de momento, de lunes a domingo.
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