ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

La palabra imaginada (6): Cálamos chinos

Del libro Fantasmas y cálamos Edit. El Toro de barro. 2005. María Antonia Ricas.

El acantilado rojo. Qiu Ying (1494-1552)

POR MARÍA ANTONIA RICAS

La barca

Para el día siguiente de las vírgenes

de agosto,

como si nada hubiera sucedido

en el desierto, en la brea de asfalto,

mi cálamo dibuja

su lentitud de río antes de lluvias

que recobren el furor de fluir,

y me balanceo en esta posada

vestidura estival;

apenas la intención de un movimiento

me lleva,

una atenuante

caligrafía de agua se sucede

y ni la rana ni el abejaruco

-llamarada turquesa

velocísima-

se molestan

en aquietar su absorto griterío.


Como si nada hubiera sucedido,

como si se durmiera mi barquero

y la muerte callara en la calina,

y tuviera la muerte

una rara pereza

y no moviera

un dedo

y no se estremeciera.


Glicinas

Es la primera vez que abren sus ojos

a la canción que, cuanto más se entona,

más requiere la garganta vacía

de la vieja canción.


Abren sus ojos, toman la mañana

sin el artificio que la memoria

suele edificar en la comisura

de los párpados.


Glicinas. Qi Baishi (1863-1957)

Más azules que el recuerdo añorado

desde el desierto de los labios tristes

abren sus ojos

a la música que no encuentra indicios

de otra canción en ruinas,


y como si nunca hubiesen existido

-mayo con sus abejas seducidas

por el confitado y garzo latido

de la flor-

una intacta melodía brisea

en la invención del mundo

y una palabra que antes no me dije

me aclara el paladar con el olvido.


Y en este asombro de canción que escucho

un tesoro que nada rememora

abre sus ojos y abre para mí

mi propia floración,

mi única nueva vida.

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