Beatriz Villacañas
Lugar para el reencuentro (79): Del homenaje en Bilbao a Juan Antonio Villacañas
El inolvidable acto concluyó con el recitado del poema «Seguramente»
Se cumple ahora un año del homenaje que se le dio en Bilbao a Juan Antonio Villacañas , mi padre. Un Homenaje con mayúsculas cuyo imborrable recuerdo es para mí un continuo reencuentro con quien lo organizó, con quienes en él participaron y con la ciudad de Bilbao. Organizado por la escritora y editora bilbaína María José Mielgo Busturia , el evento tuvo su sede en el Centro Cívico La Bolsa el 24 de Noviembre de 2016. Algo para no olvidar.
La gran belleza del acto y su poderosa carga emotiva se debió al buen hacer de María José Mielgo y al de los poetas y rapsodas que pusieron sus voces a poemas de Juan Antonio Villacañas: Javier Fernández, Santiago Liberal, Ángeles P. Ondiviela y la propia María José Mielgo . Qué hermoso fue oír esos poemas en tan magníficas voces. El excelente vídeo realizado por la joven Amaia Arredondo nos cautivó a todos. Espléndidamente realizado, el vídeo contenía, en imagen, sonido y palabra, una síntesis de la trayectoria literaria de Juan Antonio, comenzando con una foto de juventud del poeta.
El inolvidable acto concluyó con el recitado del poema «Seguramente» , del libro Sala de Juego (1964). Uno a uno, los mencionados poetas y rapsodas fueron recitando los versos del poema para concluir con los cuatro últimos versos recitados al unísono por las cuatro grandes voces:
Seguramente tengo frío /y me caliento con mis huesos. /Seguramente tengo hambre /y me alimento de mis dedos. /Seguramente soy un pobre /que se conforma con su cuerpo. / Seguramente estoy aquí, /seguramente. Y tengo miedo. /Seguramente lo inseguro/ es ser amor y carne y alimento. / Seguramente en esta mesa /mi plato está lleno de tiempo. /Seguramente vivo, seguramente muero. /Seguramente soy un hombre libre, / seguramente soy un libre preso. /Seguramente miro a la esperanza/ como un espejo más frente a otro espejo.
Seguramente marcharé algún día.
Seguramente vuelvo.
Pero ya no podré, seguramente,
alimentar mi corazón hambriento.
Gracias, María José Mielgo. Gracias a todos. Seguiremos reencontrándonos.
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