ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Galdós y Talavera

Su relación con la familia López-Parra

Ernesto López-Parra

POR PABLO ROJAS

Aunque nacido en 1850 en la localidad toledana de Santa Olalla, el abogado, político y periodista Eduardo López-Parra desarrolló el grueso de su trayectoria profesional en Talavera de la Reina . Aquí casó con la joven Elisa Bebia Francisconi (el apellido nos induce a pensar que descendía de algún italiano llegado a la ciudad atraído por las expectativas de empleo que ofertaba la Real Fábrica de Sedas). Don Eduardo fundó y dirigió en Talavera periódicos como La Propaganda o La Voz del Pueblo.

Aunque hoy en día totalmente desconocido en su ciudad, Eduardo López-Parra es probablemente el personaje talaverano que ha alcanzado mayores cotas de representación política en el ámbito español. De ideas republicanas y federalistas, fiel seguidor de Francisco Pi y Margall, además de ocupar varios cargos en la corporación municipal a finales del siglo XIX (Beneficencia, Presupuestos), también se involucró en la Conjunción republicano-socialista que trató de alcanzar el poder a comienzos del siglo XX, y llegó a presidir el Directorio de dicha agrupación a nivel nacional. Según cuentan las crónicas de la época, «pudiendo ser rico, murió pobre» en 1919. Posteriormente, en tiempos de la Segunda República, se le dedicó una calle en Talavera , la que hoy se conoce con el nombre de Los Úbeda.

Antología Imágenes iluminadas, de próxima aparición

Fruto de su labor política trenzó lazos de amistad con personajes como Marcelino Domingo (en cuyo periódico de Tortosa El Pueblo colaboró regularmente), Pablo Iglesias (con quien compartió algún mitin) y con Benito Pérez Galdós , cofrade en su ideario republicano. Fruto de esta última relación subsiste un breve epistolario conservado en la Casa-Museo del escritor canario del que, por desgracia, solo disponemos de las misivas enviadas por el talaverano y su hijo, el también político y escritor Ernesto López-Parra.

La primera carta de la que tenemos constancia está datada el 10 de diciembre de 1913. Galdós la dio por recibida y contestada diez días más tarde. Se trata de una carta de cortesía en la que D. Eduardo felicita a Galdós por el estreno de su pieza teatral Celia en los infiernos . En ella alude también a la amistad que les une: «Grande es la admiración que por usted siento y grandísimo el honor que con su amistad me diligencia».

Más interés, sin duda, tienen las cartas siguientes que giran de forma prácticamente monográfica en torno a las cualidades que su hijo pudiera atesorar para labrarse un futuro como escritor . Así, el 20 de noviembre de 1915, escribe de nuevo D. Eduardo a Galdós: «Mi hijo único Ernesto entusiasta admirador de usted tiene la avilantez de suplicarle que le conceda quince minutos para leerle un pequeño poema bucólico titulado 'Los Pinares', y si merece su aprobación que se sirva dignificar esta su primera obra poética con el juicio que le merezca, que como todos los suyos ha de ser de exquisita benevolencia». Causa cierta ternura asistir a este entrañable diálogo en el que un padre apurado trata de recabar la opinión del amigo y correligionario, que es a la par uno de los más sobresalientes escritores de la época. El joven Ernesto se encontraba por entonces estudiando, como su padre, la carrera de Derecho en Madrid, pero llevaba algún tiempo colaborando en la prensa de su ciudad y deseaba abrirse camino como periodista y escritor.

Un año más tarde, D. Eduardo insistirá de nuevo ante Galdós: «En la última [carta] le suplicaba que, con absoluta franqueza me dijese si las poesías que mi hijo Ernesto le leyó en el mes de enero merecieron su beneplácito o no revelan aptitudes bastantes para que usted le preste su valiosísima protección, ya que desde los primeros días le honró con su cariñoso afecto».

Galdós cumplió con el requerimiento y recibió al joven López-Parra en su casa . Este así lo atestigua en un artículo publicado tras la muerte del autor de Marianela (de cuya versión teatral, por cierto, escribió el propio Ernesto una reseña en las páginas del diario de Tortosa El Pueblo ). En el mencionado artículo, publicado en las páginas de La Libertad , Ernesto López-Parra rememora su paso por la vivienda madrileña de Galdós: «Aquel hotelito de la calle de Hilarión Eslava era la casa de la juventud. Al viejo patriarca ─ciego y grande─ le gustaba agrupar en torno de su sillón ─ese sillón de Galdós, donde el genio transcurrió, en trágica espera, sus postreros años─ a la juventud española. Puede decirse que los últimos amigos de Galdós fueron los jóvenes». El mismo López-Parra relata también el reencuentro del que fue testigo entre Galdós y su musa, la actriz Margarita Xirgú.

Tras el padre, fue Ernesto quien continuó con su contacto epistolar con Galdós . El 20 de octubre de 1916 le da la enhorabuena por un estreno teatral: «El triunfo de Marianela ha sido tan clamoroso como justo y en él ha podido ver España entera, la perdurabilidad de una labor sin precedente, única en nuestra literatura».

En una última carta sin datar, Ernesto envía a Galdós un poema para que le busque acomodo en algún medio: «Mi admirado maestro; abusando de su bondad me permito remitirle la poesía carnavalesca que le ruego lea y si merece su aprobación, me haga la inmerecida merced de hacer lo posible por publicarla en algún periódico de esa. Ahogado en un ambiente de plebeyo provincianismo, a usted querido maestro pido protección y ayuda. Conozco su benevolencia y cariñosa acogida para todos los trabajos de la juventud y por eso me permito molestarle otra vez».

Ernesto López-Parra publicará varios libros de poesía pero la pieza que envía a Galdós ─en la que resuena el estruendo de la Primera Guerra Mundial─ quedará inédita. La rescatamos nosotros aquí y abrirá la antología Imágenes iluminadas , de próxima aparición, en donde recopilamos lo más representativo de su obra.

SATURNAL

1

Diabólico y mundano Don Carnal piruetea…

Pierrot y Colombina lloran junto a Arlequín…

y cerca el fuego humea

del Mar en que se tuesta la carne pobre y ruin.

Los tristes cascabeles del absurdo disfraz

callan trágicamente de piedad y emoción;

¡el mundo es una máscara, el Dolor su antifaz

y un cascabel de fuego el corazón!

Pierrot en las trincheras va vestido de sangre

y Colombina llora con angustia su suerte…

¡El carnaval de Europa es un juego del Hambre

con la Peste y la Muerte!

2

Mientras rezuma el vicio su egoísmo villano

lejos de la batalla, perniciosa y violenta,

hay un enjambre humano

que baila en las trincheras una danza sangrienta.

Mercurio y el grotesco bufón de esta jornada

que ha encendido la guerra con empuje sonoro,

y en este instante triste el birrete y la espada

servilmente se rinden al Imperio del oro.

Es una Saturnal feroz de la inconsciencia

que reside en los pueblos de la Europa ancestral

en que gasta la Ciencia

de acuerdo con los hombres, hogaño el Carnaval.

Diabólico y mundano Don Carnal piruetea

mientras a fuego lento se tuesta el corazón

y la carne podrida de los hombres humea

en las hogueras de la Inquisición.

3

Un Carnaval absurdo de heridos y de muertos

como un tropel de sombras, camina por la tierra

y pasan misteriosas por los campos difuntos

las máscaras del Hambre, del Dolor y la Guerra.

Arlequín en la sombra se muere de emoción,

Colombina no baila y Pierrot está triste,

y el cascabel del corazón

tocando a muerte está por todo lo que existe.

Las tierras empapadas de sangre son el manto

que cubre como clámide de horror el Carnaval;

¡y es una serpentina de lágrimas el llanto

que ha enlazado a los hombres en esta Saturnal!

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