Toledo
«Hacer pan en este tiempo es una forma de dar las gracias a mucha gente»
Francisco José Argudo Rodríguez es panadero y ha sabido conquistar a los toledanos con su variedad de panes que vende en «Masa Madre»
Dejar Madrid y una empresa de repostería que funcionaba muy bien, no debió ser fácil para Francisco José Urgudo Rodríguez (Madrid, 58 años), quien decidió acompañar a su esposa Carmen en un nuevo proyecto: abrir un obrador en Toledo. Paco, como es conocido entre los vecinos que acuden a Masa Madre , ubicado en pleno Casco histórico, que con su ingenio ha convertido en un referente del pan artesano.
Con más de 30 años como panadero y respostero, Paco se confiesa un enamorado del pan, oficio al que se entregó y por el que cada día se levanta a las cinco de la mañana para tener todo a punto a las nueve de la mañana, cuando abre las puertas este obrador, en el que se puede desayunar, a pesar del Covid-19 .
Recuerda que llegó un momento en el que comprendió que lo mejor era acompañar a su mujer, porque ella ya se había enamorado de Toledo y en esta ciudad quería «echar raíces». «Al comienzo pensé: ya se le pasará. Pero sé que es una persona con muchas inquietudes y se puso a buscar hasta que encontró este local», recuerda Paco mientras mueve los carros repletos de una amplia variedad de panes.
El emplazamiento donde surgió Masa Madre hace tres años y medio es en una casa del callejón de San José, donde funcionó durante muchos años el restaurante Hierbabuena. Ahora, al entrar en el local, la esencia del obrador y los aromas del pan recién hecho reciben a los clientes que acuden a diario al establecimiento. «Me enamoré del proyecto de Carmen y decidí acompañarla. «Lo que más me gusta es que disfruto tocando las masas y también con el contacto directo con el público. Es fantástico».
Masa Madre comenzó con tres personas y ahora trabajan seis personas. El cuidado, el esmero y la dedicación de estos panaderos se puede ver en cada rincón del obrador. También a través del cristal se pueden contemplar las plantas que mima con mucho esmero Carmen. Todo esta cuidado al milímetro. Las bolsas y los estuches donde se guardan las tartas de chocolate, de zanahora, los mini croissant y las palmeras de chocolate. Y los panes: de espelta blanco con granos macerados, ecológicos, pan con tres harinas y pipas con calabaza y los corazones de Masa Madre.
«Creemos que hay que seguir. Cuando se vienen mal dadas, no hay correr. Hay que abrir la panadería porque tenemos una clientela fiel. Ellos, como agradecimiento nos hacen cosas y nos lo dejan en la puerta. Plantas, flores y hasta unos dibujos agradeciendo que sigamos aquí», reconoce Paco, que insiste en que «llegará un momento en el que diga: hasta aquí he llegado, pero mientras siga disfrutando no quiero dejarlo», concluye este panadero a quien le gusta montar en bicicleta, la lectura y la jardinería.
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