Los efectos de la primera DANA de septiembre

«La casa está peor que un pasaje del terror»

El vídeo de Mario, que se ha viralizado, muestra la impotencia de una persona cuando ve que la fuerza del agua derrumba un muro e inunda su casa: «Tuvimos que bucear para subir al primer piso»

«No me suelo asustar por nada, pero es imposible no asustarse por algo así. Nunca he gritado socorro de esa manera», cuenta a ABC este estudiante de 20 años

En la fotografía, estado del salón de la casa de Mario tras la riada. El vídeo muestra la furia del agua y el barro Fotografía cedida

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Mario tiene 20 años y es estudiante de derecho. Vive en Cobisa, una de las localidades toledanas azotadas duramente por la primera DANA de septiembre . El miércoles, sobre las tres y media de la tarde, grabó cómo la virulencia de una riada destruía el muro de su casa y el agua entraba e inundaba la vivienda familiar, de dos plantas. «En ocasiones tuvimos que bucear para llegar a la escalera y subir al primer piso», cuenta a ABC el chaval, que ha dormido poco esta noche: «De repente, me entraba la pesadilla de que me estaba ahogando y me despertaba. Luego pensaba: 'Vale, era una pesadilla, pero realmente he vivido eso'» .

Su vídeo de 32 segundos se ha viralizado porque transmite la angustia, la desolación y la impotencia de una persona que no puede hacer nada ante lo que se le viene encima. «Yo estaba grabando porque todos los años se inunda la calle. Había dicho a un amigo que le iba a grabar un vídeo para que lo viera, porque el jardín acumula agua. Pero si llego a saber que se cae el muro y entra esa ola, no habría estado grabando», asegura.

«No me suelo asustar por nada –continúa–, pero es imposible no asustarse por algo así. No me creía lo que estaba diciendo. Nunca he gritado socorro de esa manera, pero tenía una impotencia de no poder hacer nada... En ese momento, sinceramente, no sé ni lo que estaba haciendo». Sin embargo, «me alegro de que se haya quedado grabado, porque así la gente puede darse cuenta de la gravedad de una situación así. Cada vez que lo veo pienso que esto no es real».

Video. Mario, en el tejado de su casa Vídeo cedido

«Mi madre ha puesto quejas al ayuntamiento y había comprado una bomba para echar agua a la calle cuando sucediese otra inundación, pero al final la casa a la mierda », se resigna. «Se rompió una parte del muro y, cuando estábamos en el primer piso, se rompió la otra. Ahora no tenemos muros. Subimos arriba como pudimos: buceando, sorteando muebles... Solo pensaba: 'Ojalá el agua no suba más, porque, si ya perdemos lo de la planta de arriba, entonces ¿qué nos queda?'».

«Ahora todo está lleno de barro y de paja; muebles enormes volcados y apiñados, la puerta de la cocina no se puede abrir porque están todos los muebles contra la puerta, el baño está... La casa está peor que un pasaje del terror », describe el joven estudiante, que llegó a encaramarse al tejado. «El agua alcanzó hasta el octavo escalón de la escalera –140 centímetros de altura, aproximadamente– y sigue habiendo trocitos de granizo en el suelo; no se han derretido aún. Pasamos frío y los dedos de los pies no los siento todavía».

La vivienda, donde Mario reside desde que nació con su madre y su hermano pequeño, está en la calle Peña Hueca. Pero la casa no ha sido lo único que el agua ha destrozado. También la clínica de su madre, veterinaria, ha sufrido el latigazo de la fuerza del agua y el lodo. Está en la planta baja de la casa, aunque se entra por otra calle. «Hay aparatos que cuestan más de 5.000 euros; la sala de rayos x, a la mierda... todo, todo, todo», se lamenta.

El baño de la planta baja Fotografía cedida

Aprovecharse de la desgracia

Lamenta que haya individuos que han aprovechado la situación para llevarse enseres de otra viviendas que han quedado desperdigados en la calle. «Ver una casa destrozada y no tener otra cosa mejor que hacer que robar, encima delante de nuestra cara... Ya me jodería que alguien entre en casa y que nos quitase lo poco que nos queda –admite–. Por eso la puerta de entrada a la casa que arrancó el agua, que pesaba una tonelada, la hemos levantado y colocado para evitarlo».

«Hemos tardado en limpiar porque había una fuga de gas, tanto en la casa del vecino como en la mía, y la Policía local no nos dejaba pasar por precaución» , explica Mario, quien ya está pensando en los próximos pasos después de esta riada de destrucción. «He estado informándome y los vecinos dicen que el seguro no se haría cargo de los daños, sino que habría que contactar con el consorcio de seguros. Y que, en el caso de que se declare zona catastrófica, sí podría incluirlo en su expediente. Tiene que haber alguien que indemnice», reclama este joven, al que le gustaría ser actor de doblaje. Una situación dantesca como la que está viviendo desde el miércoles es un bagaje pavoroso de conocimientos.

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