Urkullu medita su decisión sobre las elecciones del 5-A con un clamor en contra
Salvo el PNV, todos los partidos en Galicia y el País Vasco han dicho ya que votar es inviable
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La situación de estado de alarma por la crisis sanitaria del coronavirus en España hace impensable la celebración de las elecciones autonómicas convocadas en Galicia y el País Vasco el próximo 5 de abril. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aseguró que «es poco razonable» llamar a las urnas a la población sometida a una orden de confinamiento, con movimientos restingidos y en muchos casos, obligación de guardar cuarentena por enfermedad. Especialmente en Vitoria, que sigue siendo uno de los focos más preocupantes de contagios en todo el país. En todo caso, Sánchez dejó en manos de los partidos vascos y gallegos la decisión de aplazar los comicios. Los dos presidentes autonómicos, Iñigo Urkullu y Alberto Núñez Feijóo, reunirán hoy a las fuerzas políticas para consensuar el aplazamiento. La campaña electoral debía empezar este jueves por la noche, pero no habrá.
Feijóo lo tiene claro
Casi todos los partidos involucrados en estas dos citas se han pronunciado ya: son partidarios de posponer la cita, todos a excepción del PNV. Tras la comparecencia extraordinaria de Sánchez, el líder del PP, Pablo Casado , consideró «imprescindible» un aplazamiento. Casi al mismo tiempo, Feijóo se apresuró a pedir la «suspensión» inmediata de las elecciones gallegas, decisión que comparten los grupos parlamentarios de esa comunidad. Podemos, Bildu y BNG también se han mostrado partidarios de evitar riesgos llamando a la votación. La coalición Galicia en Común-Anova pidió ayer al presidente gallego que consensúe con los partidos la nueva fecha.
Sin embargo, el tablero vasco está más enredado. Estos días atrás, el lendakari era partidario de mantener la cita electoral, pese a la delicada situación que se vive en el País Vasco, y que el sábado él mismo elevó a «emergencia sanitaria». A Urkullu le asaltan dudas jurídicas ya que el ordenamiento español no prevé el aplazamiento. En el Gobierno vasco temen que pudiera recurrirse la desconvocatoria del proceso electoral por más que exista un estado de alarma. También el Gobierno central desea que haya unanimidad de los partidos para evitar problemas, aunque el presidente considera que no hay otra opción que aplazar la cita con las urnas.
El foco está, por tanto, en la posición que adopte Urkullu. El lendakari está herido de orgullo porque el sábado por la mañana se autoproclamó mano único en el País Vasco para pilotar la crisis, confiando en que Sánchez respetaría su poder autonómico. No fue así. El dirigente vasco busca ahora recomponerse políticamente marcando el paso de los tiempos. Desde su equipo deslizan incluso la posibilidad de que no tome ninguna decisión tras escuchar este lunes a los líderes de los partidos vascos. Tampoco creen necesario que el País Vasco y Galicia vayan al mismo escenario. Es decir, que no cierran la puerta a que se mantengan las elecciones.
El espejo francés
Es una certeza que no podrá garantizarse una jornada electoral normal si la población tiene limitados los movimientos y, porque hay cientos de electores en cuarentena o enfermos. Pero esta semana pasada, mientras la crisis sanitaria arreciaba en Álava, se especulaba con la idea de garantizar la votación con medidas de seguridad, como el reparto de guantes a los miembros de las mesas electorales y la distancia entre votantes, tal y como se hizo ayer en las elecciones municipales de Francia. La participación se hundió por debajo del 50% debido a la crisis del coronavirus. Macron defendió las urnas, pese a todo: «Hay que garantizar la vida democrática».
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