Todo irá bien
Todo el daño posible
«El mayor daño a los catalanes en nuestra historia reciente nos lo ha causado Puigdemont, un cobarde que por la noche quería convocar elecciones autonómicas y por la mañana declaró la independencia por miedo a cuatro manifestantes»
Puigdemont dijo ayer que tras el 1 de octubre «el Estado decidió causar todo el daño posible a los catalanes» y que «la DUI era la única salida digna ante la falta de garantías de Rajoy». El mayor daño a los catalanes en nuestra historia reciente nos lo ha causado Puigdemont, un cobarde que por la noche quería convocar elecciones autonómicas y por la mañana declaró la independencia por miedo a cuatro manifestantes; un cobarde que declaró una independencia que ni él mismo reconoció, dejando en ridículo a los independentistas y al independentismo; y un cobarde que traicionó a sus consejeros, condenándoles a prisión preventiva tras huir a escondidas, cuando les había dado la orden de ir el lunes a trabajar como si hubiera pasado nada.
El mayor daño a Cataluña se lo ha causado Puigdemont: sobre todo a los independentistas, a los que llevó a la derrota y al escarnio, dejándoles sin propósito ni hoja de ruta, y convirtiendo la causa perfectamente legítima de la independencia en un problema personal, de poder autonomista en la distancia, y del dinero que exige que le hagan llegar, siempre de formas poco claras.
Puigdemont no puede hablar en nombre de los catalanes, porque a la mitad los ha traicionado y humillado, y a la otra mitad los ha violentado, tratándoles de ciudadanos de segunda y pisoteando su libertad y su tranquilidad. Puede desde Waterloo vociferar su propaganda, pero no es más que un forajido derrotado que ha perdido todas las batallas: y la más importante, la de su dignidad. Él sabe lo que ha hecho, sabe que se rindió por falta de agallas y que su suerte ha sido echada.
También sabe que tiene un voto cautivo de un millón de catalanes que prefieren aferrarse a su ensoñación que reconocer que sus vidas carecen de la emoción y el sentido que la «independencia para mañana» les daba, y así adoran a un lunático y a un mentiroso sin otra estrategia que la de ahorrarse -mientras puedan- el dolor de tener que afrontar la verdad. Un millón de yonquis de la épica entre un censo de cinco millones y medio , que incluye a otro millón de independentistas que ha entendido la máxima del presidente Rajoy: «La realidad es el mayor enemigo de un loco».
Enredar es molesto pero no sirve de nada. Puigdemont ganará las próximas elecciones al Parlament y el independentismo continuará merodeando ciego entre los pajonales como un zorro gastado y solitario en busca de un lugar donde tenderse ya. Es la mejor noticia para España.
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