Puigdemont elige a Puigneró para «arrasar a estos cobardes de ERC»
Artur Mas abre «un periodo de reflexión para decidir su futuro» sin «descartar nada»
Carles Puigdemont será el candidato de Junts per Catalunya (JpC) en las próximas elecciones al Parlament . Su idea es presentarse simbólicamente como candidato a presidente de la república y completar su ticket electoral con lo que en Francia sería el primer ministro y en Estados Unidos el vicepresidente. En su caso, el elegido sería Jordi Puigneró , actual consejero de Políticas Digitales y Administración Pública, que sería a la práctica el candidato real a la Presidencia de la Generalitat. Su primera idea fue Laura Borràs , pero quedó inhabilitada por la investigación que le abrió el Tribunal Supremo por corrupción.
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Además del nombre de Puigneró, íntimo amigo de Puigdemont, y que el expresidente sabe que le rendirá una ciega obediencia, se especuló con el de Elsa Artadi, pero Puigdemont desconfía de ella porque sabe que tiene agenda propia , y porque cuando en 2017 le ofrecieron ser la presidenta de la Generalitat —antes que a Quim Torra, que acabó por aceptar— declinó la oferta por miedo a las consecuencias penales que pudiera tener el cumplimiento de algunas de las órdenes que el expresidente fugado le diera desde Bélgica, dejándole claro a su mentor que su ambición personal era más importante que su sentido del deber patriótico .
Agotar la legislatura
Marta Madrenas habría sido la sustituta de Torra en el caso de que el actual presidente hubiera sido inhabilitado y Puigdemont hubiese querido agotar la legislatura; y pese al importante despliegue económico de Albert Batet para comprar su candidatura, y a la escasez de recursos que cada vez más impera en Waterloo, en el partido no ha pasado por alto su nulo talento político ni sus inexistentes dotes de candidato.
Puigneró concreta en la actualidad su antigua amistad con Puigdemont acudiendo, cada 15 días, a visitarle y, juntos, planean la implantación de lo que en una ocasión el consejero llamó «la república digital», entre las sonoras carcajadas de la oposición. Leal, discreto y afable, Puigneró es la correa de transmisión perfecta para que el prófugo pueda mandar en la distancia y su estela no se apague.
De fondo, planea aún la figura de Artur Mas , que de momento, asegura oficialmente, «no tengo ningunas ganas de volver a la política», aunque ha consultado a algunos empresarios y entidades financieras sobre si estarían dispuestos a ayudarle. En la mayoría de los casos, la respuesta ha sido afirmativa, porque aunque en los sectores más centrados y constitucionalistas de la sociedad catalana se le considera el que abrió las puertas del infierno, se piensa de él que tensó la cuerda pero siempre con la intención de acabar negociando, y que el problema fue que apareció Junqueras —«que este sí que es independentista de verdad»— empujándolo hacia el conflicto. Creíble o no esta interpretación, Mas contaría con el apoyo logístico y económico de la Cataluña de orden, y uno de sus colaboradores más allegados asegura que «ha abierto un periodo de reflexión para decidir su futuro y la verdad es que no descarta nada».
Puigdemont se reserva la fecha electoral, aprovechará los días de legislatura que le queden para hacer quedar a Esquerra como unos traidores y unos cocheros y está convencido de que «con la épica de la independencia y de la libertad arrasaremos a estos cobardes que quieren devolvernos a la rendición del tripartito».