Los reproches entre Martínez y Fernández Díaz arrojan sospechas sobre ambos
El exministro y su número dos intercambian acusaciones mientras mantienen la misma versión: uno dice que sabían de Kitchen y el otro, que no
El exministro del Interior Jorge Fernández Díaz y quien fue su secretario de Estado de Seguridad Francisco Martínez , se jugaron ayer la credibilidad ante el juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón en un careo que pretendía dilucidar cuál de sus versiones antagónicas sobre la operación Kitchen es más verosímil y que se zanjó con un intercambio de reproches en el que ambos salieron perdiendo . Por un lado, se introdujeron dudas sobre la versión de Martínez, que reconoció ser amigo del notario que levantó acta de unos SMS que incriminarían a Fernández Díaz. Por otro lado, el juez ordenó al exministro que entregue el móvil que tenía cuando en 2013 se desplegó la Kitchen. La sospecha sigue así planeando sobre ambos.
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Convocados a las diez de la mañana, llegaron al tiempo pero cada uno por su lado, siguiendo caminos opuestos confluyentes en la Audiencia Nacional. Con mirada seria, tomaron asiento uno al lado del otro frente al juez y como al principio del careo sólo le contestaban a él, el instructor acabó conminándoles a debatir entre ellos . Fue en ese momento, según las fuentes consultadas por este diario, cuando no les quedó más remedio que mirarse. Lo venían evitando.
Ambiente tenso
El ambiente fue tenso y aunque ninguno perdió la compostura, en un par de ocasiones tuvo el juez que pedir calma para poder cambiar de tema. El careo es una diligencia sensible que se utiliza para pulsar a los intervinientes y medir el grado de verosimilitud de sus afirmaciones cuando son contradictorias. Y a eso fueron. Primero, porque Martínez dice que Kitchen existió, que fue legal y que el ministro estaba al tanto, cosa que él niega rotundamente . Segundo, porque se basa en unos whatsapp y SMS que él le había enviado o reenviado y que puso a recaudo de dos notarios en el verano de 2019, pero que ya no conserva. El exministro volvió a negar ayer con vehemencia que existiese intercambio alguno, para exasperación de Martínez: «¿Me estás acusando de un delito?», «Ahora qué soy, ¿Un hacker?», le llegó a espetar. La defensa de Fernánez Díaz llegaba ayer pertrechada con una pericial sobre esos mensajes y a Martínez, aquello le arrancó una sonrisa. «¿Pericial de qué?», ironizó, dado que se supone que los SMS sólo están ya en un acta notarial.
«Tu amigo el de Mahón»
Y sobre ese punto, Fernández Díaz atacó. Introdujo una duda sobre la veracidad del acta levantada al revelar ante la sala que el notario es amigo personal de Martínez. Añadió, además, por «curioso», que el mismo día que la Audiencia Nacional reclamó las actas al fedatario éste llamó al exsecretario de Estado, siendo una diligencia que estaba bajo secreto de sumario. Para rematar, apuntó que, según consta en el informe policial sobre el móvil de Martínez, el notario y él hablaron por whatsapp de la necesidad de borrar mensajes que, previamente, se habían intercambiado. El exsecretario de Estado, de acuerdo a las fuentes consultadas, sólo acertó a responder que se trataba de chistes de mal gusto que no quería que trascendiesen. Pero esos mensajes no eran los que se consignaron en el acta notarial, sólo los de Fernández Díaz, de modo que no quedó claro el por qué del intercambio ni del borrado.
De móviles se habló mucho, abriendo la puerta a la batalla personal. El volcado del teléfono de Martínez que obra en la causa contiene también los desahogos que ha venido enviando a personas de su círculo desde que Kitchen saltó a los medios. Al exministro no le pasó desapercibido el contenido de alguno de ellos y lo sacó a colación en distintos momentos del careo. «Me llamaste bobo, miserable, cabrón, idiota integral..» o «Me insultaste ante media España» fueron algunos de sus reproches. Martínez concedió que estuvo fuera de lugar y pidió disculpas, pero a renglón seguido insistió en que estaba «muy dolido» porque, según afirmo, Fernández Díaz le echó «a las fauces de la prensa» cuando se desmarcó de Kitchen al empezar a publicarse información. Le recriminó las entrevistas en las que le vino a dejar sólo ante el peligro y extendió el reproche a todo el Partido Popular, que no le metió en las listas electorales poniendo fin a una carrera de diputado y su consecuente aforamiento ante el Tribunal Supremo. Incluso llegó a nombrar al actual presidente del PP, Pablo Casado, para afirmar que si cuida así de la gente que «trabaja bien para el PP», mal va a cuidar de los españoles. «Pero si yo estoy aquí sentado imputado por lo que has dicho tú», replicó Fernández Díaz, quien además le afeó que hubiese compartido el disgusto que dice que tenía con «media España» menos con él. En esa generalidad incluyó al expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy , lo que motivó que después Martínez negase haber hablado con él de este tema.
En todo caso, Fernández Díaz insistió en que poco podía haber hecho por quien fue su mano derecha, dado que también a él le habían dejado fuera de las listas electorales y llegó a asegurar que si le hubiese convocado como testigo, habría acudido. «¿A testificar de qué, si dices que no sabes nada?», zanjó su otrora subordinado.
Con «K» de Kañizares
Por no saber, dijo que no sabía lo que significaba «cecilio», el mote con el que se conoce a los agentes del CNI y que él habría usado en uno de los SMS. También negó la autenticidad de los mismos, como hizo en su declaración el 29 de octubre ante el juez, porque según afirmó, él no usa la «K» para sustituir a la «Q» de ningún modo. Ahí, un dardo nuevo de Martínez: Le instó a comprobar que en su agenda «Cañizares» y «Casals» están escritos con «K» . «Si yo he estado cinco años contigo y te conozco muy bien», añadió.
El intercambio de reproches no empañó el hecho de que ambos siguen aferrándose a versiones contradictorias y los dos, de momento, siguen en la causa en calidad de imputados, de manera que se mantiene la sospecha sobre ellos. De hecho, al término de la sesión, el juez Manuel García Castellón dictó un auto en el que ordenaba a Fernández Díaz entregar al juzgado el móvil que utilizaba en 2013, cuando se desplegó la Kitchen, y en el que sí podría quedar rastro, pericial mediante, del intercambio de mensajes que cuestiona. Para el instructor, «el terminal ha adquirido la condición de verdadero cuerpo del delito» dado que se trata de un efecto «directamente relacionado con la comisión del delito y de cuya trascendencia se tiene conocimiento a raíz de las contradicción detectadas». Considera así que es «esencial» para corroborar si existieron los mensajes. No obstante, le pide también que entregue el último terminal que tuvo y que «jubiló» en abril por el que tiene ahora.