Manuel Lagares: «El prestigio de Suárez era altísimo y esas circunstancias no se dan hoy»
Entrevista con Manuel Lagares, catedrático de Hacienda Pública
![Manuel Lagares, durante el confinamiento por el estado de alarma](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2020/04/19/lagares-U30960019841TfG-U30514362184jQy-1248x698@abc.jpg)
Los Pactos de La Moncloa han sido invocados. El Gobierno apela a aquel consenso para abordar una crisis inédita, pero no acaba de explicar qué quiere ni cuál es el paralelismo con aquel acuerdo alcanzado hace ahora 43 años. Allí estuvo Manuel Lagares, dispuesto hoy a explicar por qué funcionó. Entre otros motivos, porque detrás de esos encuentros había muchos años de trabajo. Él sí se acuerda.
—¿Cómo se gestó tal acuerdo en 1977?
— Porque previamente habíamos trabajado intensamente en el Instituto de Estudios Fiscales, con el impulso y la dirección del profesor Fuentes Quintana, preparando un plan para resolver los problemas coyunturales y estructurales de la economía española. Esa tarea comenzó entre 1974 y 1975.
—Entonces, todo empezó antes...
—Sí. Entre 1974 y 1975 se va elaborar en el Instituto de Estudios Fiscales la política que haría falta para resolver la crisis coyuntural. Pero además pensábamos que el país cambiaría hacia una democracia, y eso exigiría algunas otras cosas. Por ejemplo, los bienes públicos de aquel Estado eran muy reducidos y algunos resultaban muy necesarios para el buen funcionamiento de la economía española. Eso exigiría de una financiación apropiada. Para hacer viable ese difícil programa el profesor Fuentes Quintana empezó a contactar con las distintas fuerzas políticas porque creíamos que sin un pacto entre todos no resultarían viables esos cambios..
—¿Fue sencillo lograr ese consenso?
—No, la idea chocó con una parte de la propia UCD que no creía en un pacto con otras fuerzas políticas, sino que pretendían entrar de inmediato en el juego democrático. Por otra parte, don Manuel Fraga tampoco quería pacto alguno. Y don Felipe González también se resistió notablemente. Pero poco a poco esas resistencias se acabaron venciendo generosamente y los partidos se sentaron a pactar en La Moncloa..
—Se sentaron a discutir un programa en el que usted trabajó activamente.
—Viví con intensidad su elaboración. Para que los partidos se sentaran se necesitaba un papel concreto, no meras ideas generales. Me correspondió a mí y a otras pocas personas dar forma de programa a esas ideas mediante una comisión que me correspondió presidir. Así, bajo el impulso y con las ideas del profesor Fuentes, se elaboró el programa que sirvió de base a los pactos de La Moncloa.
—Hoy no existe documento alguno.
—Esa es la primera diferencia. Entonces se sabía lo que había que hacer, las habíamos analizado durante años. Hoy poco se conoce de cómo enfrentar una crisis tan grave como esta. En el FMI solo he encontrado la interesante opinión de Kristalina Gueorguieva, directora gerente, pero se limita a líneas generales. Para sacar de ellas un auténtico programa hay que trabajar mucho todavía. Se necesita un equipo de personas que las adapten a la realidad de cada país. Un acuerdo en vacío como pretende el Presidente del Gobierno, sin ningún contenido concreto, no creo que permitan unos nuevos Pactos de La Moncloa. Lo segundo es la difusión de ese programa. Entonces el programa se difundió previamente y se había hablado con los principales líderes políticos. Por eso en solo un fin de semana se acordaron las líneas básicas de los Pactos de la Moncloa.
—¿Las diferencias políticas son mayores ahora o entonces?
—Ahora son mayores, entre otras cosas porque el señor Carrillo se olvidó conscientemente del pensamiento histórico del Partido Comunista. Era comunista, sin lugar a dudas, pero estaba enormemente agradecido a Adolfo Suárez por haberle permitido participar en el juego democrático. Tenía la obligación de amparar a Suárez y de salir ante el pueblo español demostrando que su partido comunista era una fuerza perfectamente homologable. Eso ayudó bastante.
—Entiendo que el liderazgo del entonces presidente también influyó.
—Desde luego. Y su liderazgo entonces no era comparable al liderazgo actual del señor Sánchez. El prestigio de don Adolfo Suárez en aquel momento era altísimo, y esas circunstancias, lamentablemente, no parece que se den hoy.
—Fue un cambio de modelo en toda regla. ¿Es lo que hace falta hoy?
—No. Hoy tenemos una Constitución democrática y nuestro Estado está bastante en línea con los socios de la UE.
—¿Qué consejo le da al señor Sánchez?
—Dios me libre de dar consejos a nadie, casi no me los doy ni a mí mismo. Pero por conocer aquella experiencia le diría que tendría que poner un programa encima de la mesa para que los partidos lo acepten, lo modifiquen o lo rechacen. Así, mediante un debate ordenado, podrían alcanzarse quizá unos acuerdos. Pero nadie ha trabajado un posible programa y así no creo que pueda conseguirse acuerdo alguno.
—¿Dónde hay que poner el foco?
—Me parece, en primer lugar, que hay que respetar las opiniones de los médicos y del personal sanitario. Segundo, hay que en poner en marcha medidas que faciliten recursos y protejan a personas empresas en mala situación. No estoy propugnando implantar una renta mínima ni nada que se le parezca. Hay soluciones mejores, porque el problema de la renta mínima no es como se comienza sino como se termina. Por eso hay que buscar medidas que sean reversibles. Tercero, hay que reducir tensiones en el sistema financiero, porque esas tensiones nos podrían hacer revivir la crisis de Lehman Brothers. Y, finalmente, deberíamos planificar la recuperación. Eso exige un análisisdetallado, largo y minucioso.
—¿En 1977 hubo mucha tensión entre los líderes políticos?
—La tensión la hubo previa a las reuniones en La Moncloa. Había posiciones encontradas. Ya he comentado que don Manuel Fraga no quería participar y fue arrastrado a ello casi al final. Don Felipe González tampoco quería y tengo entendido que la socialdemocracia alemana hizo mucho porque el Partido Socialista se sentase. ¿Tensiones en la reunión? No. Yo estuve observando las reuniones en segunda línea. No vi tensión entre ellos, sino que vi ganas de arreglar los problemas. Después de esa reunión de un fin de semana en La Moncloa hubo mucho debate técnico, pero bajo la regla de que inexorablemente teníamos que llegar a un acuerdo.
—¿La oposición está hoy donde debe?
—Me parece que, salvo Vox, que creo que se ha autoexlcuido, el resto creo que están abiertos a hablar. Pero hay que hablar de algo concreto: de medidas, de decisiones, de plazos y de control. El control fue muy importante en los Pactos de La Moncloa. Las cosas no sólo se firmaron, sino que luego se controlaron minuciosamente.
—¿Quién puede ser hoy el Manuel Lagares de 1977?
—Manuel Lagares era un discípulo respetuoso de Enrique Fuentes Quintana.
—Tenga el móvil cerca por si acaso...
—Ya hice entonces lo que tenía que hacer y después también. Creo que ya he cumplido. Como se decía en mis tiempos, ya he hecho la mili (risas). Así que déjenme descansar y estudiar economía, como hago todas las mañanas.
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